ENTRADAS AGOTADAS
Esta producción, procedente de la Komische Oper de Berlín, que la estrenó en 2011, es la primera en toda la historia reciente del coliseo madrileño en el que no ha habido un solo elemento escénico sobre sus tablas.
Por eso, se han necesitado muchas horas de ensayo, para lograr interactuar con las animaciones que se proyectan, y contener sus movimientos y gestos para que todo conecte y logre el efecto 3D y relieve de una película.
Los intérpretes, maquillados en blanco y con los rasgos caricaturizados al extremo, van saliendo de la "pantalla" a través de cinco puertas, a cuatro metros del suelo. Con gags propios de las películas mudas.
Las proyecciones son cambiantes y propias para cada personaje, definiendo así un mundo simbólico, donde la música desempeña un papel fundamental.
Tener esa "pared" pegada detrás favorece extraordinariamente la acústica porque la voz se proyecta "de forma maravillosa", confiesa la soprano Silvia Schwartz.
Esta estética fue diseñada por Suzanne Andrade y Barrie Kosky para recalcar el espíritu juguetón de Mozart y explorar lo que Andrade junto al animador e ilustrador Paul Barritt, fundadores de la compañía berlinesa Grupo 1927, han dado en llamar "teatro fílmico", y cuyo "concepto" adopta esta producción que disloca la realidad para hacerla, paradójicamente, más próxima.
La producción trata de reflejar el origen masónico de la trama Mozart. Una opereta un poco light elevada por Mozart a su máxima expresión", afirma Bolton, el director musical titular del Teatro Real.