EN BUENAS MANOS
Acudo al Congreso de Menopausia que se celebra en Alicante para ver lo que nos cuentan las investigaciones de los expertos y su aportación al mejor tratamiento para las pacientes.
La doctora Mercedes Muelas insistirá en el tratamiento con Terapia Hormonal Sustitutiva (THS), explicará por qué la THS está indicada en mujeres con menopausia precoz, sintomatología climatérica intensa, atrofia urogenital importante, riesgo de osteoporosis que no toleran otras opciones terapéuticas, y mujeres que lo eligen conociendo riesgos y beneficios.
Para el resto de problemas relacionados con la menopausia, se buscarán otras opciones terapéuticas. Sobre la anticoncepción hormonal hasta la menopausia, el doctor José Vicente González Navarro se plantea si es necesario el uso de anticonceptivos hasta la menopausia.
A partir de los 35-40 años se inicia el declive de la capacidad reproductiva, que se hará claramente patente a partir de los 45 años, de manera que a los 50 años el 95% de la población femenina es estéril, por lo que las tasas de embarazo en mujeres mayores de 40 años, son muy bajas.
Además con el paso del tiempo la frecuencia de relaciones sexuales desciende, y con ello la probabilidad de embarazo también es menor. Pero siempre queda un pequeño porcentaje de mujeres que quedan embarazadas a edades avanzadas, ya que mientras que el ovario mantenga una cierta dotación folicular, persiste la posibilidad teórica de embarazo, y por lo tanto ha de seguir utilizando un método anticonceptivo hasta que se haya producido el fallo ovárico definitivo.
El signo que marca el agotamiento de la dotación folicular, y por lo tanto el cese de la capacidad reproductiva en la mujer es la menopausia. Pero la confirmación de que se ha alcanzado este estado sólo se puede establecer de forma retrospectiva, tras 12 meses de amenorrea. Por lo tanto, es necesario utilizar algún método anticonceptivo hasta que haya transcurrido un año de la última menstruación.
Va a resultar muy interesante la ponencia sobre Sexualidad en la Madurez. Ante la pregunta, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a disfunciones sexuales femeninas?, la doctora Francisca Molero la contesta diciendo que las alteraciones en el deseo sexual así como cambios en la psicofisiología que caracterizan el ciclo de la respuesta sexual, que ocurren de una manera persistente y recurrente y que causan malestar y dificultades interpersonales.
Muchos de los problemas sexuales de las mujeres no son disfunciones. Es precisamente la existencia de malestar personal asociado al problema sexual el que determina si es disfunción o queja. Puede existir una función sexual anormal sin la presencia de trastorno, si no se compaña de angustia personal. Sólo una parte de las mujeres con dificultad sexual presentan disfunción sexual (21-67%).
Es difícil determinar con precisión la prevalencia, los estudios utilizan definiciones diferentes de lo normal y anormal de la función sexual y en poblaciones muy heterogéneas. Se evidencia en los estudios la falta de medidas estandarizadas y de consenso en la definición de los criterios diagnósticos y clasificación de las Disfunción Sexual Femenina (DSF). Los datos que se encuentran en la literatura hablan de una prevalencia del 43%, aunque los expertos estiman que están sobredimensionados.
La queja sexual más común en las mujeres es la disminución de deseo, aunque a veces es secundaria a discrepancias sexuales con la pareja, trastornos de la excitación y aversión al sexo. En segundo lugar tendríamos los trastornos del orgasmo. Estos son el Deseo Sexual Hipoactivo (DSH), el 64% (rango 16-75%) experimentaba dificultades; anorgasmia, el 35% (rango 16-48%) experimentaba malestar; trastorno con la de excitación, 31% (rango 12-64%); y el dolor en el coito, 26% (rango 7-58%).
Las disfunciones sexuales son complejas y se dan en todas las edades. Es lo que hay, de momento.