SE ENFRENTAN A UN ESTIGMA SOCIAL Y CULTURAL
El síndrome de Rokitansky, cuyo nombre común es agnesia vaginal, provoca que las mujeres que lo padecen sí que tengan ovarios y vulva, pero carezcan de útero, cérvix (cuello uterino) y vagina (o sin desarrollar del todo). Por ello, el primer síntoma suele ser la ausencia de menstruación y las relaciones sexuales suelen ser más complicadas de lo normal porque la vagina es más estrecha.
"Soy una de las más afortunadas"
Joanna Giannouli es una de las mujeres que padece este trastorno, a cuya madre no le sentó muy bien que su hija estaba afectada por él, según explica la afectada a la BBC. La chica griega que se sentía "destrozada y muy débil" por el diagnóstico, del que no habló durante los primeros cinco años. Además, confiesa que su madre no fue la única que se lo tomó mal.
Su pareja, con la que estaba ya prometida, decidió romper con ella cuando sólo tenía 21 años y, desde entonces, pasó mucho tiempo hasta pudo volver a tener un novio estable. Ahora, con 27 años, hace 27 que tiene pareja, aunque ambos son conscientes de que quizás no puedan tener hijos y lo han aceptado. "Soy una de las más afortunadas", explica.
Altibajos emocionales
A los 17 años Giannouli tuvo que ser operada porque no tenía túnel vaginal y no podía mantener relaciones sexuales. Tras cuatro semanas en el hospital, estuvo otros tres meses en cama mientras hacía ejercicios vaginales para poder expandir su nuevo cuello uterino.
Se sentía "vacía, llena de rabia, culpa y vergüenza"
Sin embargo, en el momento de mantener relaciones, estas les resultaban dolorosas y tuvieron que volver a intervenirla, lo que le afectó mucho mentalmente. Así, admite que se sentía "vacía, llena de rabia, culpa y vergüenza", por lo que tuvo depresión, ansiedad y ataques de pánico.
Ya recuperada emocionalmente, Giannouli ha decidido compartir su historia para apoyar a todas las mujeres en su situación y afirma que le gustaría ser madre, aunque sea por un proceso subrogado.