Coronavirus
La suspensión del carnaval en Las Palmas de Gran Canaria durante la densa calima que cubrió de polvo todo el archipiélago del 22 al 24 de febrero puede explicar que la pandemia de coronavirus comenzara en esa isla en tasas situadas en menos de la mitad que las de Tenerife, cuya capital siguió adelante con las fiestas multitudinarias en la calle.
Diferencias entre Tenerife y Las Palmas
Es la tesis que defienden en el último número de la revista "Gaceta Sanitaria" ocho investigadores de las Universidades de Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna (Tenerife) y Milán (Italia) y del Hospital Doctor Negrín, entre los que figuran dos miembros del comité que asesora al Gobierno de Canarias ante la pandemia, Lluis Serra-Majem y Beatriz González López-Valcárcel. El trabajo intenta dar algunas claves para responder a la pregunta que muchos se hicieron al comienzo de la pandemia: ¿Cómo es posible que dos islas con casi la misma población, igual de abiertas al exterior y volcadas ambas en el turismo tuvieran tasas de contagio de coronavirus durante el primer estado de alarma tan diferentes? El propio artículo las subraya: el 1 de abril, la incidencia acumulada por 100.000 habitantes se situaba en 132 casos en Tenerife, mientras que en Gran Canaria era solo de 56.
Polémica política
La tesis de este grupo de investigadores pone el foco en el carnaval como diseminador de los contagios, una conclusión que ya adelantaron hace meses y que suscitó una importante polémica en Santa Cruz de Tenerife, porque allí la decisión del anterior equipo de gobierno de seguir adelante con el carnaval a pesar de la intensa calima, la peor en décadas, había sido criticada por la oposición. Serra-Majem, portavoz del comité científico del Gobierno de Canarias, asegura que este trabajo no pretendía generar polémicas, "sino en todo caso ayudar a cerrarlas". Sin embargo, reconoce que desde que se anticiparon las conclusiones, las personas involucradas en el trabajo han recibido "presiones", porque cree que el equipo de gobierno municipal que encabezaba la alcaldesa de Santa Cruz en aquellas fechas, Patricia Hernández (PSOE), se lo tomó como "un ataque a su autonomía". Este catedrático de la ULPGC, experto en Salud Pública, subraya que el propósito de este trabajo no era juzgar ninguna decisión. "Es más", añade, "si yo hubiera sido alcalde de Santa Cruz de Tenerife en aquellos días seguramente hubiera autorizado el carnaval en lo que a la covid-19 se refiere, porque en aquel momento no era percibida como un problema lo suficientemente grave. De hecho, semanas después se autorizaron algunas manifestaciones".
Más turistas de zonas con alta incidencia
El trabajo intenta afinar un poco más sobre los turistas que entraron en aquellos días a las dos islas, como potencial vía de llegada de contagios desde el exterior. En febrero, explican, Tenerife recibió más turistas que Gran Canaria (528.872 frente a 387.431 turistas), pero sobre todo más viajeros de países donde las tasas de coronavirus en aquel momento eran más altas: Bélgica, Italia y el Reino Unido. Este trabajo sostiene que el carnaval fue una vía de diseminación de contagios. Santa Cruz de Tenerife lo celebró de forma masiva durante el puente del sábado 22 al martes 25, Las Palmas de Gran Canaria lo retomó una semana después, el sábado 29. Desde su punto de vista, eso provocó que la propagación del virus en Tenerife se adelantara, con un alto volumen de asintomáticos, mientras que en Gran Canaria el tiempo de incubación hizo que los contagios del carnaval de su capital casi se manifestaran cuando se decretó el estado de alarma en España y todo el país quedaba confinado en casa. "Lo importante es que de esta situación hemos aprendido", ha señalado Serra-Majem, que recuerda que las dos capitales canarias ya han anunciado que en 2021 no celebrarán sus carnavales, al no observar condiciones seguras para lo que implican esas fiestas.