PERFIL
En 1981, el Presidente egipcio, Anuar el Sadat, que acaba de firmar la paz con Israel, es asesinado durante el desfile patrio. Al lado de él, en el palco oficial, esta un militar corpulento, el vicepresidente, Hosni Mubarak que sobrevive al atentado y se convierte en el nuevo Presidente de Egipto.
Desde su nuevo cargo también ha demostrado ser un superviviente, tanto en lo físico, ha sufrido al menos seis intentos de asesinato, como en lo político. Desde 1981 hasta 2011 han sido ya tantos y tantos sus años en el poder que su perfil ha pasado a ser sinónimo de Faraón, en competencia con cualquiera de las ruinas gloriosas del Imperio del Nilo. Egipto vive bajo la ley de emergencia desde el inicio de su mandato.
Dirige con mano de hierro este país con el apoyo de 450.000 soldados, 350.000 policías y 22.000 guardias republicanos. Un ejército que es la cuarta parte del Estado y que luchó contra la invasión de Kuwait por parte de Irak, a principios de los 90. Aunque formalmente democrático, el suyo es un régimen autoritario, que ha reducido los procesos electorales a una farsa. Alega Mubarak que es necesario para salvar al país de la amenaza islamista radical. Desde luego tiene el apoyo de las grandes potencias occidentales, Estados Unidos en primer lugar, que le envía cada año 1.500 millones de dólares.
Mubarak tiene ya 82 años y muchos achaques. Uno de ellos le llevó el año pasado a un quirófano de Alemania. Se dice que padece un cáncer incurable y que su fin está cerca, física y políticamente, en qué orden, está por ver todavía.