CON HECHURAS DE MAESTROS
Son unas de las atracciones más demandadas en las plazas de toros de toda latinoamérica. Los últimos casos de toreros precoces son dos mexicanos.
Carlos Ortiz tiene gestos, hechuras de buen torero, y hace unos días en la plaza de Monterrey descubrió lo que se sentía al terminar una corrida con el cuerpo en el albero. "Esto es la vida real, aquí vives o mueres y aquí los toreros damos todo de nosotros", ha declarado el jóven valiente.
Nicolás Gutierrez es la otra sensación de la escuela mexicana, de la que ya es figura el valiente Rafita Miraval. Capaz de recibir al toro a puerta gayola, ser embestido, visitar la enfermería y salir a hombros.
Otro que busca su sitio es Michelito. Las niñas empujan con fuerza, en Colombia la sensación es Marife Rincón, con once años, torea becerros de 200 kilos y tiene supersticiones como los grandes maestros. Antes de cada corrida visita la capilla y recibe la bendición de su madre en la misma plaza.