LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE CONFLICTO
Rusia tiene la llave del gas que utiliza Europa y Ucrania es la puerta a través de la que entra al continente. Así lo reflejan los datos: el 30% del gas que usan 200 millones de europeos es ruso y el 80% de ese combustible llega por Ucrania.
Finlandia, Estonia o Lituania tienen una dependencia casi total y Alemania, Francia o Italia también son grandes importadores. Vladimir Putin es consciente de esta debilidad energética y es una de las bazas que utiliza en sus relaciones con la Unión Europea. Hace tres días amenzaba con cortar de nuevo el suministro a Ucrania y no sería la primera vez, ocurrió lo mismo en 2006 y 2009.
Existen varias alternativas para disminuir esta dependencia. Seguir utilizando gas ruso pero abrir otras vías de entrada: Bielorrusia o Turquía a través del Mar Negro.
Y si no mirar a otros productores como Arabia Saudí, Catar o Argelia. En este último caso España se convertiría en pieza clave para el abastecimiento energético del continente por su posición estratégica. Ahora la Unión Europea es presa de esta dependencia y se enfrenta al reto de encontrar alternativas al combustible ruso.