PUBLICACIÓN EN UN ARTÍCULO EN 'NEW JOURNAL OF PHYSICS'
El físico James Franson de la Universidad de Maryland ha capturado la atención de la comunidad de la física mediante la publicación de un artículo en 'New Journal of Physics' en el que afirma haber encontrado una evidencia que sugiere que la velocidad de la luz, tal y como está descrita por la teoría de la relatividad general, es en realidad más lenta de lo que se había pensado.
La teoría de la relatividad general sugiere que la luz viaja a una velocidad constante de 299.792.458 metros por segundo en el vacío. Es la 'c' en la famosa ecuación de Einstein y, prácticamente todo lo que se mide en el cosmos, se basa en ella.
Los argumentos de Franson para la conclusión de su estudio se basan en observaciones realizadas a la supernova SN 1987A, que estalló en febrero de 1987.
Las medidas tomadas en la Tierra recogieron la llegada de los dos fotones y neutrinos procedentes de la explosión, pero, a su juicio, hubo un problema: la llegada de los fotones fue más tarde de lo esperado por 4,7 horas, un dato que los científicos de la época atribuyeron a una probabilidad de que los fotones vinieran de otra fuente.
Ahora, Franson se pregunta si esto no era cierto y, en realidad, la luz se ralentiza a medida que viaja por el vacío polarizado, una propiedad de los fotones por la que se dividen en un positrón y un electrón por un corto tiempo antes de recombinarse de nuevo en fotón.
Esto, según ha señalado, debería crear un diferencial gravitatorio entre el par de partículas, que tendría un impacto pequeño de energía cuando se recombinan, lo suficiente como para causar una ligera desaceleración durante el viaje. Si tal división y su unión de nuevo ocurriera muchas veces con muchos fotones, en un viaje de 168.000 años luz, la distancia entre la Tierra y SN 1987A, puede añadir fácilmente 4,7 horas a su viaje, ha apuntado el científico.
Si las ideas de Franson resultan ser correctas, virtualmente cada medida tomada y utilizada como base para la teoría cosmológica está equivocada. La luz del sol, por ejemplo, podría tardar más tiempo en llegar a lo que se pensaba, y la luz que viene de objetos mucho más distantes llegaría notablemente más tarde de lo que se ha calculado, como unas dos semanas de retraso.