TRASTORNOS CON LA COMIDA

Ejercicio físico, ¿enemigo o aliado en el tratamiento de los TCA?

Descubre cómo el ejercicio físico se puede considerar más un aliado que un enemigo para aquellas personas que sufren un Trastorno de la Conducta Alimentaria, siempre y cuando se realice de forma cuidadosa, adaptada a cada persona y supervisado adecuadamente.

Ejercicio físicoPexels

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria, también conocidos como TCA, representan un desafío complejo en el ámbito de la salud mental, con manifestaciones emocionales, cognitivas y conductuales que impactan significativamente en la vida de quienes los padecen. Trastornos como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón afectan principalmente a adolescentes de entre 15 y 19 años y, en el 90% de los casos, a mujeres. Estas condiciones no solo afectan la relación de una persona con la comida, sino también su percepción del cuerpo, su autoestima y su bienestar emocional en general. Si bien históricamente se ha considerado que el ejercicio físico puede ser contraproducente en el tratamiento de esta enfermedad, investigaciones recientes sugieren un panorama distinto.

Es por eso que el ejercicio físico no debe ser automáticamente considerado como un enemigo en el tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Más bien, puede convertirse en un aliado potencial cuando se implementa de manera cuidadosa, individualizada y supervisada, en combinación con un enfoque integral que aborde las complejas necesidades físicas, emocionales y nutricionales de quienes luchan contra estos trastornos.

Mujer haciendo ejercicio en el gimnasio | Pexels

¿Es malo el ejercicio si sufres un TCA?

La relación entre el ejercicio y este tipo de trastornos ha sido motivo de debate durante mucho tiempo. Tradicionalmente, se ha visto al ejercicio como una herramienta de control del peso que podría ser perjudicial para quienes luchan contra los TCA. Sin embargo, nuevos estudios y evidencias científicas están arrojando luz sobre el papel potencialmente beneficioso que el ejercicio puede desempeñar en diferentes etapas del tratamiento.

Como cuenta este artículo del Hospital Clínic de Barcelona, una revisión realizada por Brian Cook, PhD, en 2016, subraya la importancia de un enfoque cuidadoso y personalizado en la incorporación del ejercicio físico en el tratamiento de los TCA. Cook enfatiza que el ejercicio no es adecuado para todas las personas que padecen estos trastornos, y que es crucial realizar una evaluación exhaustiva de su condición física y psicológica. Esto permite adaptar la modalidad, intensidad y frecuencia del ejercicio a las necesidades individuales, identificando posibles riesgos para quienes podrían ver comprometida su salud con la práctica de actividad física.

Por otro lado, investigaciones lideradas por la Dra. María Fernández, experta en ejercicio y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFYD), han revelado que el ejercicio puede ser seguro y beneficiar a las personas con TCA, siempre y cuando se realice bajo supervisión adecuada y se complemente con un soporte nutricional y terapéutico adecuado. Esta perspectiva sugiere que el ejercicio no necesariamente debe ser excluido del tratamiento de los TCA, sino que su implementación debe ser cuidadosamente planificada y monitoreada.

TCA | iStock

La importancia del enfoque individualizado

Es crucial reconocer que no existe una solución única para todos en lo que respecta al ejercicio físico y los TCA. Cada persona es única y requiere un enfoque individualizado que tenga en cuenta su historia, sus circunstancias y sus necesidades específicas. Los profesionales de la salud deben trabajar en colaboración con sus pacientes para desarrollar un plan de tratamiento integral que incluya estrategias para abordar la relación con el ejercicio de manera saludable y constructiva.

Es importante tener en cuenta que, si bien el ejercicio físico puede ofrecer beneficios potenciales en el tratamiento de los TCA, aún quedan interrogantes por resolver y aspectos por considerar. Se requiere una mayor investigación para comprender mejor los efectos específicos del ejercicio en cada etapa del tratamiento, así como su impacto a largo plazo en la salud física y mental de quienes padecen estos trastornos.