¿CUÁNTO ES BUENO CONSUMIR?
Igual que hacemos una distinción entre las grasas trans y las monoinsaturadas, debemos hacerla con el azúcar naturalmente presente en lácteos o frutas y el azúcar libre.
La EFSA recomienda consumir lo mínimo posible
Muchos recordaréis el drama que tuvimos años atrás con lo terribles que eran las grasas, nutricionalmente hablando, en la alimentación. Empezaron a aparecer productos con reclamos en sus envases: 0% materia grasa. Desde hace unos años lo que vemos es 0% azúcar. El foco por fin se ha puesto en los problemas que derivan de un elevado consumo de azúcar libre. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Cuánto azúcar libre puedo consumir? En el proyecto de conclusiones de la EFSA lo dejan claro: lo mínimo posible.
Aún está en la mente de muchos que el consumo de grasa es nocivo para la salud, así, en general, sin matizar. Nada más lejos de la realidad. Hoy en día sabemos que es necesario diferenciar el tipo de grasa, no es lo mismo hablar de grasas trans que de las que encontramos en el aceite de oliva, por ejemplo. De hecho, las grasas trans tienen una regulación de máximos en productos tan estricta, que casi ni merece la pena utilizarlas por la industria. Durante años, el foco se desvió hacia las grasas cuando en realidad debería haber estado puesto sobre el azúcar libre. “Más vale tarde que nunca”, dicen, pero en este caso, ese “tarde” nos ha llevado a altas tasas de obesidad (alarmante en población infantil), diabetes tipo II, enfermedades cardiovasculares, caries…
Igual que hacemos una distinción entre las grasas trans y, por ejemplo, las monoinsaturadas, debemos hacerla con el azúcar naturalmente presente en lácteos o frutas y el azúcar libre, que comprende el azúcar añadido a los productos y el que se encuentra en miel o zumos de frutas que, aunque esté naturalmente presente, en el cuerpo se comporta como azúcar libre con similares efectos al azúcar añadido.
NOTA: la fructosa en bolsa es azúcar añadido, aunque su nombre recuerde a la fruta. El de azúcar, en la fruta, no en la bolsa. Sigamos.
¿Cuánto azúcar libre es bueno consumir al día?
Vale, el azúcar libre: fatal. Pero ¿cuánto podríamos consumir al día? En estos casos tenemos que hablar de “nivel máximo de ingesta tolerable”. Es un valor nutricional que establece el nivel máximo de ingesta diaria a largo plazo al que consideramos improbable un riesgo para la salud.
No es lo mismo que un nivel de ingesta recomendado, sino un umbral por debajo del cual el riesgo de efectos adversos en la salud es insignificante y por encima demuestra estar asociado a problemas de salud.
Hasta ahora, teníamos en nuestra mente las recomendaciones de la OMS en las que recomendaba no consumir más de 25 gramos al día de azúcares libres al día (5% de la ingesta dietética total). Pero llega la EFSA…
… Y después de una evaluación independiente de más de 33 000 publicaciones científicas, 120 estudios y la estimación de ingesta de azúcares de diferentes categorías de alimentos en 25 países europeos incluyendo a 135 000 personas, concluye que no se puede establecer un“nivel máximo de ingesta tolerable de azúcares alimentarios”.
La ingesta de azúcares añadidos y libres debe ser lo más baja posible por el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y crónicas además de caries. Esta conclusión se debe al resultado lineal en el análisis dosis-respuesta entre ingesta de azúcares y riesgo de efectos adversos. Eso es que ese riesgo aumentó en todo el umbral de niveles de ingesta observados de forma constante, vamos, que cuanto mayor es la ingesta, más efectos adversos tendría.
Cuando se obtienen estos resultados, no se puede determinar un valor umbral por debajo del cual el riesgo sea insignificante. No se pueden establecer los valores máximos de consumo de azúcar libre en alimentos. La ingesta de azúcares libres y añadidos debe ser lo más baja posible.
Y ahora, ¿qué? Con esta información, las autoridades nacionales de los diferentes países deben gestionar las recomendaciones y comenzar a establecer objetivos dietéticos incluyendo en sus planes de salud pública esta nueva observación.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Ser conscientes de la necesidad de disminuir lo máximo posible la cantidad de azúcar libre que consumimos. Sin dramas, pero con cabeza. Leamos las etiquetas (no sólo el panel nutricional) para comprobar si al producto que estamos comprando le han añadido más azúcar de lo que le corresponde por el propio alimento.
De todas formas, la EFSA está realizando una consulta pública sobre este proyecto y recogerá nuevas informaciones científicas que puedan contribuir a finalizar este dictamen a finales del 2021. Sin necesidad de ser adivino… No tiene pinta de que los resultados vayan a cambiar. Ahora ya tenéis la información, en vuestra mano está la decisión.
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