Cuidado, que pueden ser peliagudas

Siete prácticas que llevas a diario en la cocina y que son peligrosas

Hay costumbres que tenemos en la cocina y que pueden ser peligrosas para nuestra salud. Es el caso de estas siete. ¿A qué te suenan?

Todos tenemos algún amigo más paranoide de la cuenta. Es el que no bebe agua del grifo por miedo a los metales de las tuberías, el que nunca prueba nada del mismo vaso que tú o el que es capaz de remover Roma con Santiago para evitar comer del pan del que tú has cogido un pedazo con tu propia mano. Vale, está claro que este es un caso muy extremo, pero hoy vamos a hablar de siete hábitos que todos tenemos a diario en la cocina y que pueden entrañar algún riesgo para la salud. ¡Avanti!

Nunca comas la masa cruda de los pasteles. | Pexels

Nunca comas la masa cruda de los pasteles. Si llevan huevo, especialmente. Se trata de evitar que te puedas intoxicar al probar el huevo crudo. Es un gesto que todos hemos practicado y, en apariencia, inocente, pero lo de mojar el dedo en la masa antes de hornearla puede acabar contigo en el hospital. Y no te habrás dado ni cuenta.

Nunca laves la carne cruda. Hay quien, ante el primer síntoma de que ya no está en su mejor momento de frescura, la pone bajo el grifo quien sabe para qué. Mal hecho: de esa manera lo único que consigues es esparcir las bacterias que pueden tener el cerdo o el pollo crudo por todas partes y convertir tu cocina en un peligroso núcleo de gérmenes.

Coge tus cuchillos... y corta. | Deviantart

Afila los cuchillos. Aunque no te lo creas, resulta mucho más sencillo hacerse daño con un cuchillo sin afilar que con uno bien afilado. La razón es que, muchas veces, hacemos más fuerza de la debida para cortar cuando lo hacemos con un filo romo. De esa manera, se nos acaba escapando y, ojo, porque nos puede rebanar el dedo.

No dores demasiado tus tostadas. Es verdad que nadie piensa en el tostador como en un arma de destrucción masiva, pero no es menos cierto que, si nos pasamos de la raya y nuestras tostadas se acaban por dorar demasiado, puede entrar en escena la acrilamida, que es una sustancia cancerígena según diversos estudios.

Nunca coloques ollas y sartenes con el mango hacia afuera. De esta manera, nos evitamos dos posibles peligros. Por un lado, que los niños pasen cerca y decidan cogerlas. Por otro, que algún adulto despistado circule por la cocina, choque con ellas y acabe haciéndolas volcar sobre el suelo o sobre él mismo o una tercera persona.

Carne Roja | Agencias

Nunca uses el mismo plato para la carne cruda y la cocinada. O para el pescado. Seguro que te suena: pones una bandeja al lado de la sartén, cocinas la carne y la devuelves a la misma bandeja. Muy mal hecho, porque estarás exponiendo filetes ya cocinados a la acción de patógenos que pueden haberse quedado en ese plato y que pueden terminar extendiéndose por la carne ya hecha.

Cambia cada cierto tiempo los estropajos o los trapos de cocina. Vale que puede ser que le tengas cariño a ese paño de cocina que te regaló tu abuela, pero, ¿no crees que es hora de lavarlo? Por otro lado, el estropajo ha de reemplazarse cada cierto tiempo para evitar que la cocina se convierta en la fiesta de los gérmenes. Ten sentido común.

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