Deberías enmendarlos

Los 10 errores que sigues cometiendo con el arroz

¿Le pones poca agua? ¿Haces la paella con basmati sin el menor miramiento? ¿lo remueves como un loco? Tranqui, sabemos que hay errores con el arroz que todos repetimos una y otra vez. Te contamos cuáles son y cómo evitarlos.

ArrozPixabay

Es el alimento más consumido del mundo y el promedio por persona y por año en España es de seis kilos. Es decir, que está en nuestra mesa una media de dos días a la semana en distintas formas: desde el arroz blanco más básico a la paella. Bueno, pues con todas esta familiaridad que nos gastamos con este cereal, hay puntos en los que la seguimos cagando pero bien. Aquí os contamos 10 errores que cometemos aún y que arruinan el plato que sea, desde un arroz a la cubana a un arroz caldoso.

Elige bien el tipo de arroz. Piénsalo, habitualmente no reflexionas ni un minuto sobre el tipo de arroz que vas a utilizar; ni mucho menos piensas en si se adecúa a la receta. Así, acabas utilizando el basmati para la paella (perdón por este crimen contra la humanidad, valencianos) o empleas el redondo en una ensalada, con lo que se convierte en unos pegotes de difícil digestión.

No lo laves. No, hombre, no eches agua por encima, porque lo único que vas a conseguir es que el arroz comience a chupar líquido desde antes de que empiece la cocción. Además, no hay que quitarle ninguna impureza.

A ver qué olla usas. Porque esto es una verdad como un templo, esa olla que te regaló tu abuela y que te llevaste a tu primer piso de estudiantes ya no está para muchos trotes y puede suceder que el arroz se pegue al fondo y, no, ese no es el socarrat que nos interesa.

Respeta la proporción de agua. Habitualmente, suelen decirte aquello de el doble de agua que de arroz pero, mira, hay tantos arroces diferentes que cada uno tiene su proporción. Quedarse corto de agua es un desastre, porque el arroz se quedará crudo y será incomible, pero, mira, siempre puedes seguir añadiéndole agua. Como no habrá manera humana de solucionarlo es con demasiada agua, porque quedará transformado en una papa.

Añádela siempre caliente. Nada de agua fría para el arroz. Te lo cargarás.

Cuidadín con el aceite. Vale, échale un poco de aceite al agua en el que lo cueces para que tenga un poquito más de sabor, pero no te pases si no quieres que se quede aceitoso. Todo en su punto justo y lo mismito pasa con la sal; que la clave es que sea un puñadito: que no parezca que el salero entero se ha caído en la olla.

No lo remuevas. A no ser al principio, cuando lo estés echando. Es el único momento en el que deberías hacerlo si no quieres que empiece a soltar almidón a lo bestia. Con eso, alterarás la textura y, salvo que lo que estés cocinando sea un risotto, créenos, no te interesa en absoluto.

Regula el fuego. Otro error que solemos cometer es dejar el fuego fuerte durante toda la cocción y esto no debe ser así. Vale, al principio déjalo alto, pero luego acúerdate de bajarlo y ponerlo a temperatura media.

Procura que no se pase. Como antes decíamos con el agua, el tiempo que dejes el arroz en la olla también es esencial. Si se te va la pinza y lo dejas al fuego durante más tiempo del aconsejable, quedará blandurrio y sin textura. Hay arroces con más tendencia a pasarse que otros, pero, en general, se trata de no recocerlos.

Ojo con los integrales. Los arroces no refinados son mejores para la salud por su mayor contenido en fibra pero, ojo, porque requieren unos tiempos diferentes de cocción. Ten en cuenta esto antes de comenzar y no te pongas en modo mental "arroz blanco".