PROVOCADO POR EL ESTRÉS
Un estudio elaborado por científicos checos muestra que el estrés provocado por sobrevivir al Holocausto ha provocado un daño permanente neurológico en las víctimas y podría afectar también a sus descendientes.
El grupo dirigido por Ivan Rektor, del Instituto de Tecnología de Europa Central (Brno, República Checa), analizó mediante resonancias magnéticas la estructura cerebral de 56 personas de unos 80 años de media: 28 supervivientes del Holocausto y otros tantos individuos sin ninguna relación con ese drama histórico.
Los resultados revelan que, en el caso de los supervivientes, hay una pérdida significativa en el volumen de materia gris en el cerebro en comparación con quienes no han estado expuestos, según las conclusiones presentadas hoy en el V Congreso de la Academia Europea de Neurología, que se celebra en Oslo.
Esa reducción es más acusada en quienes tenían menos de doce años en 1945, un hecho que el estudio achaca a la mayor vulnerabilidad a un entorno estresante que tiene el cerebro en formación de la niñez. La reducción de materia gris no solo afecta a áreas asociadas con el Trastorno de Estrés Postraumático (PTSD) en veteranos de guerra o personas que han sufrido estrés extremo a edad temprana, sino también a otras zonas del cerebro.
"Setenta años después, el impacto de sobrevivir al Holocausto en la función cerebral es significativo. Hay diferencias substanciales en estructuras envueltas en procesamiento de emociones, memoria y cognición social, con niveles más altos de estrés, pero también de crecimiento postraumático", señala Rektor en un comunicado.
A pesar de haber sufrido una experiencia extrema y de los daños permanentes detectados, los supervivientes aseguran estar satisfechos con su vida personal y profesional después de la II Guerra Mundial, resalta el estudio.
Los investigadores checos se centran ahora en calibrar el impacto en hijos y nietos de los supervivientes, y los primeros resultados constatan una reducción de la conectividad entre estructuras cerebrales envueltas en el proceso de las emociones y de la memoria.
El estudio resalta, no obstante, la necesidad de identificar marcadores biológicos de resistencia al estrés y crecimiento postraumático para determinar si la transmisión a descendientes se basa en factores psicológicos y de comportamiento o en factores genéticos. "Nuestra esperanza es que estos hallazgos y la investigación en marcha nos permitirán saber más sobre los efectos de esas experiencias para enfocar la terapia en apoyar la resistencia y el crecimiento de los supervivientes y su descendencia", explica Rektor.
El trabajo dirigido por Rektor podría revelar además las estrategias usadas por los supervivientes para enfrentarse al trauma en su vida posterior y para transmitir su experiencia a las generaciones posteriores.