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La primera temporada de 'Girls' fue un auténtico soplo de aire fresco, una serie necesaria y que reflejaba un retrato generacional inexistente hasta ahora. Lena Dunham parece dispuesta a dilapidar este legado convirtiendo la segunda temporada en un canto a sus dotes artísticas y una excesiva presencia en pantalla, olvidándose de los elementos corales que caracterizaron la primera temporada.
A lo largo de los tres primeros capítulos no hemos visto mucho más allá que los problemas de Hannah y apenas hay presencia de las otras tres chicas: Marnie, Shoshanna y sobre todo Jessa (ya que la actriz dio a luz semanas antes del rodaje). La omnipresencia de la protagonista resta frescura a la serie y satura a un espectador que quiere ver más que las dudas y deseos de Hannah.
Por otro lado se ha producido un colapso en la lista de amantes de Hannah; además de Adam (con el que rompe definitivamente), se une Sandy (Donald Glover) y un vecino ex yonky. Demasiado para Lenna y mucho más para el espectador, al que el capítulo le pilla con la guardia bajada y sin tiempo para digerir una relación sentimental diferente por episodio.
Pero, a pesar de los pesares, aún quedan cosas buenas en la serie: la música, los exteriores, la visión de Nueva York desde la óptica de Brooklyn y la eterna búsqueda de las protagonistas en encontrar un hueco profesional y emocional en la capital occidental del mundo. Está claro que en el estilo se encuentra el mayor activo de la serie. Tampoco se pueden olvidar las excelentes interpretaciones de Adam Driver (Adam), Zosia Mamet (Shoshanna) e incluso la propia Dunham.
HBO ya ha renovado 'Girls' por una tercera temporada de 10 capítulos; más allá de la audiencia (que ha bajado notablemente en la segunda temporada), la serie ha creado marca y se ha expandido por medio mundo como referente catódico actual. Y es que guste o no 'Girls' es una serie de visionado obligatorio aunque a veces Lena Dunham desespere al más fiel de sus espectadores.