VECINOS Y MASCOTAS
Estamos exigiendo a nuestra mascota que se adapte a algo que no entiende, que no conoce y para lo que no le hemos entrenado.
Parece que poco a poco volvemos a nuestras rutinas y el teletrabajo se va alternando con días en las oficinas, por lo que nuestros queridos peludos, que estaban tan acostumbrados a que siempre hubiera alguien con ellos, se encuentran solos durante varias horas al día.
El problema viene cuando, tras las primeras semanas, nos llama nuestro vecino y nos dice que Toby no para de ladrar cuando no estamos en casa…. Y ahora, ¿qué hacemos?
Como suele pasar, queremos una respuesta directa y una solución inmediata a un problema nuevo… Pues tristemente he de deciros que ni existe esa respuesta, ni la solución es rápida ni, por supuesto, es algo de reciente aparición.
Sin querer estamos exigiendo a nuestra mascota que se adapte a algo que no entiende, que no conoce y para lo que no le hemos entrenado.
Animales de costumbres
Los perros son animales de costumbres, cuya tranquilidad y serenidad se basa en los comportamientos aprendidos y repetitivos para los que pueden establecer una secuencia de Acción- Reacción o lo que es lo mismo, ¨se lo que va a pasar y eso me hace estar tranquilo¨.
Las bases de su comportamiento se forjan en el primer año. Cuanto más próximos a los 6 meses están, mayor es la impronta y más fácil les resulta aprender rutinas. Si cuando nos llega un cachorro a casa no le dedicamos tiempo a enseñarle lo que puede o no puede hacer en cada situación, no podemos exigirle que sepa cómo reaccionar más adelante.
Otro punto muy importante es el ejercicio. Según la raza y la edad, incluso el individuo concreto que sea, necesitara mayores horas de juego y paseo, pero todos los perros están más tranquilos tras una hora de recreo.
Cuando nuestro querido amigo está aburrido, se vuelve más desobediente, más nervioso y cualquier situación de estrés se le hará más difícil de superar.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Lo primero es no ponerse nervioso. Obviamente no es de agrado de nadie que los vecinos se quejen de los ladridos y menos aún saber que nuestro mejor amigo pasa esa ansiedad al verse solo.
Cuanto antes intentemos solucionar el problema, mejor nos irá y sobre todo no debemos regañarle cada vez que entremos en casa, ya que no ayudaremos a que su estrés baje de ninguna manera y sin querer estaremos reforzando la conducta que justo queremos eliminar.
Si prevemos que vamos a empezar a ausentarnos, debemos acostumbrarlo poco a poco, dejándolo solo por periodos cortos, de minutos al principio, e ir aumentándolos según veamos que los va controlando.
Suele ayudar colocar una cámara vigila-bebes o cámara web para poder ver cómo es la secuencia y así saber exactamente como gestiona la situación.
Cuando sepamos que vamos a estar fuera un periodo más largo, es buena ideal darle un paseo largo, ya que parte de ese tiempo estará descansando y sentirá menos nuestra ausencia.
No les ayuda nada que nos despidamos o que entremos haciendo grandes fiestas. Solo provocaremos ansiedad y estrés. Es mucho mejor irse sin ceremonias.
El aburrimiento es unos de los peores compañeros de soledad. No solo hace que sientan más la soledad y comiencen a demandar respuesta a sus ladridos, vocalizando cada vez más alto, sino que pueden empezar a romper cosas para entretenerse o liberar estrés.
Los juguetes nuevos ayudan
Dejarles con algún juguete nuevo que les provoque curiosidad, tipo KONG ®, suele asegurarnos otra media hora de entretenimiento controlado.
Si vemos que la situación no mejora, no hay que demorarse en acudir a un veterinario etólogo o adiestrador, según cada caso, para que nos ayuden y nos orienten individualmente, ya que cada situación es diferente y la solución definitiva radica en encontrar el origen de esa conducta, descartando problemas mayores como puede ser una ansiedad por separación, una fobia o algún trauma previo, muy frecuente en los perros adoptados.
No debemos caer en el error de pensar que los perros deben saber que nos vamos y volvemos ni que ladrar molesta sin antes habérselo explicado ya que, para ellos, somos su manada y los ladridos son el recurso natural que utilizan cuando se ven solos, alejados de ella.
Solo los canes que han ido interiorizando la rutina de periodos de soledad cada día son capaces de gestionar esta situación fácilmente, por lo que trabajar en ello desde el primer día nos facilitará mucho las cosas en el futuro.