LUJO PELIGROSO

Oro y plata en alimento ¿Un capricho tóxico?

Descubre si incorporar metales preciosos como el oro y la plata a tu dieta es saludable o supone un peligro.

Manzana roja con pan de oroiStock

El lujo gusta a casi todos, pero en algunos casos llega a extremos como pagar barbaridades por consumir alimentos con oro y plata. ¿Es malo utilizar oro o plata en los alimentos? Por lo general no, al menos para la salud, para el bolsillo ya es otro tema. Eso sí, hay quien toma plata como pseudoterapia con azulísimas consecuencias.

Seguro que alguna vez nos han dicho: “Vales tu peso en oro”. Hay quien atribuye esa expresión a los bárbaros del norte de Europa, donde tenían una ley que castigaba al asesino a compensar a los herederos de quien había matado con el pago de tantas monedas y metales como pesaba el asesinado… aunque otros dicen que es lo que se pedía cuando se secuestraba a un rico o la ofrenda que se daba cuando pedías a un santo que curara a un familiar. En cualquier caso, tanto el oro como la plata, se han tratado como dos elementos asociados al lujo. Pero ¿necesarios en la alimentación?

Nuestro organismo no necesita ni oro ni plata

No lo necesitamos, pero lo tenemos en nuestro organismo. Hace un tiempo se publicó un artículo que decía que, entre nuestras heces, hay partículas de metales como oro, plata y platino. Parece que de cada kg de todo lo que se saca de las cloacas en Estados Unidos, hay 0.4 mg de oro y 28 mg de plata.

Pero no, ni el oro ni la plata tienen funciones biológicas específicas que hagan que los necesitemos como sí ocurre con otros elementos.

Aunque sí es frecuente que cada vez lo encontremos más como elemento decorativo. Realmente son productos exclusivos, unos 100 gramos de oro pueden costar unos 40 euros, cierto que con 100 gramos haces mucho. Otra cosa es que se aprovechen, por ejemplo, el Frozen Hot Chocolate es un helado de trufa con 28 tipos de cacao y 5 gramos de oro de 23 quilates; se sirve en una copa comestible cubierta de oro y un brazalete con diamantes blancos por solo 25.000 euros.

¿Una nueva moda gastronómica?

Para nada. Los romanos lo usaban en “grandes tartas recubiertas de pan de oro”, los egipcios y los chinos lo añadían porque pensaban que mejoraría la salud. Estos egipcios hacían una especie de pan cónico que se llamaba maná y se añadía polvo de oro.

¿Se puede utilizar en las recetas de forma habitual?

Sí, la Unión Europea recoge en su lista de aditivos autorizados el oro como E-175. Se usa con frecuencia en pastelería, en recubrimientos de chocolate, pero cada vez más acaba en otros sitios como el champán o incluso en las hamburguesas.

Como metal inerte que es, también es neutro en nosotros. Prácticamente tal cual entra, sale, de ahí lo del oro en las cloacas. Algunos dicen que elimina toxinas, que retarda el envejecimiento, pero no es cierto. Nuestro organismo elimina todo lo que consumimos en prácticamente 24 horas.

Ya sabéis que se come por los ojos, pero la realidad es bastante más decepcionante. El sabor es tan neutro que prima más el juego que da con la gracia del oro que lo que sabe o no en realidad.

Se puede usar oro de verdad o colorantes que se asemejen a él, mucho más baratos y, en el fondo, para el nulo sabor que aportan, nadie va a notar la diferencia.

¿Cómo se fabrica el oro y la plata comestible?

En cuanto al oro, se seleccionan pequeñas pepitas entre 22 y 24 quilates -que es lo que define la pureza-, además es más maleable cuanto más puro sea. Se funden a 1.200 grados y después se pone en forma de lingote.

Posteriormente, una máquina especializada se encarga de convertir el lingote de oro en una lámina de 0,015 mm, tres veces más fina que un pelo. Pero no se queda ahí, hay unos batidores de oro que lo reducen aún más para llegar a una lámina de 0,00015 mm. Ya para terminar, se separan las láminas, un proceso manual para el que hay que estar muy especializado.

La fabricación de la plata apta para comer tiene un proceso parecido. Es el aditivo E-174. Y tampoco es nuevo, los fenicios usaban recipientes de plata para almacenar agua y vino porque no favorece el crecimiento de bacterias. Por este mismo motivo, Hipócrates ya decía que la plata era útil en la cicatrización. Es verdad que aún hoy se pueden encontrar apósitos para quemaduras, aunque últimamente se está revisando de nuevo porque parece que no hay una mejora sustancial ni en la cicatrización ni en disminución de la infección; no obstante, no parece tóxico.

Plata coloidal

Lo que sí está claro que no deberíamos utilizar es una pseudoterapia conocida como el uso ingerido de la plata coloidal, como su fuera un suplemento.

En realidad, la plata tampoco tiene ninguna función en el organismo, pese a que algunos han llegado a decir que estimula el sistema inmunitario.

En el caso de la plata coloidal, que es que está suspendida en líquido, si ingerimos demasiada y no damos tiempo a que el organismo la elimine, podemos encontrarnos con una acumulación en el cuerpo, provocando argiria.

Si el consumo es muy elevado durante meses o años, puede producirse una decoloración azul grisácea de la piel, órganos internos, uñas y encías, -más aún en zonas expuestas al sol- porque la encima suele ser permanente.

Esta enfermedad no siempre es voluntaria, también se pueden intoxicar trabajadores en refinerías de plata, o del vidrio y porcelana, por ejemplo. En nuestro cuerpo hay 1mg de plata. La argiria se puede dar entre los 5 gramos como leve o 40 gramos la más grave. Si superamos los 50 mg por kilo de peso puede ser letal.

¿Por qué su color es azul?

Ocurre básicamente como con las fotografías en blanco y negro, un carrete tiene yoduro de plata, cuando recibe luz a través de la cámara, la zona que ha recibido luz queda negra por los depósitos de plata. En el caso del paciente intoxicado, en vez de negro se vuelve azul por el resto de elementos que tenemos en el organismo.

El consumo de oro y plata puede ser un capricho de lujo para alguna vez en la vida. Es una experiencia curiosa, pero dejemos el oro y la plata lejos de la alimentación y, por supuesto, alejémonos de las pseudoterapias.