SITUACIÓN INCIERTA

¿Y si el final de la pandemia no está tan cerca? Así nos está afectando la incertidumbre

La intolerancia a la incertidumbre afecta a nuestra capacidad de enfrentarnos a situaciones adversas y el COVID-19 es el mejor ejemplo.

Desde que apareció el coronavirus en nuestras vidas, los acontecimientos a nuestro alrededor han cambiado incesantemente. En año y medio, hemos pasado de no tener suficientes mascarillas para todos a que fueran obligatorias y, desde hace unas semanas, a que podamos quitárnosla en la calle siempre que haya distancia. Con el toque de queda y los cierres perimetrales nos ha pasado parecido, y en este momento también nos asalta la duda de si finalmente conseguiremos una inmunidad de grupo... Nos está tocando enfrentarnos a situaciones totalmente impredecibles y cambiantes.

Después de pasar tantos meses cohibidos por el miedo, las malas noticias y los límites sociales, estamos deseando olvidar y retomar nuestra vida donde la habíamos dejado. Lo que parecía el principio del fin, la llegada de las vacunas, nos había entusiasmado tanto que los sentimientos de confusión y decepción han aparecido inevitablemente ante lo que ya llamamos la quinta ola.

Papeles arrugados | Envato

Errores del pensamiento: Así funciona nuestra mente imperfecta

Tendemos a ver las cosas blancas o negras porque nos da seguridad, o más bien una falsa sensación de seguridad. Es mucho más fácil pensar que las cosas o están “bien” o están “mal”. Por ejemplo: nos resulta más sencillo creer que el coronavirus está totalmente controlado o, por el contrario, va a acabar definitivamente con nosotros. Los tonos medios, los matices grisáceos, son más difíciles de ver porque nos obligan a pensar consciente y activamente. Esta bifurcación tan marcada en nuestra manera de pensar es lo que llamamos “pensamiento dicotómico”: un pensamiento sesgado y erróneo al que le falta relativización.

Nos gusta sentir que tenemos las cosas bajo control y, por tanto, nos gusta saber lo que va a pasar en el futuro. Los nuevos estilos educativos y las nuevas tecnologías se basan en la inmediatez, y complican que desarrollemos tolerancia a la frustración y a la incertidumbre y que nos autoexijamos con el objetivo constante de alcanzar la perfección. Todos estos factores no hacen más que fomentar la aparición de patologías como la ansiedad y la depresión.

¿Qué es la intolerancia a la incertidumbre?

La frustración es una emoción desagradable que surge cuando las cosas no salen como esperábamos, algo que es totalmente inevitable. Por tanto, cuando somos capaces de aceptar aquello que no depende de nosotros sin adquirir una actitud de lucha constante, somos capaces también de gestionar la frustración.

La intolerancia a la incertidumbre es la predisposición que tenemos a sobreestimar los acontecimientos inciertos, reaccionando negativamente ante ellos. Cuanto mayor es la intolerancia a la incertidumbre, mayor es el malestar y la frustración ante situaciones inciertas, y mayor es también la predisposición a ver más problemas que los que realmente existen.

La pandemia es un buen ejemplo de situación incierta, aunque la incertidumbre por el COVID no afecta a todos por igual. Cuanto mayor es nuestra intolerancia a la incertidumbre, más predispuestos estaremos a sufrir una alteración en la salud mental.

El malestar ante el COVID-19 es totalmente normal y comprensible, pero debe ser analizado y vigilado. El entrenamiento de la tolerancia a la incertidumbre puede representar un recurso importante para gestionar sus efectos.

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¿Cómo gestionar la incertidumbre durante una pandemia como la del COVID-19?

Existen algunas recomendaciones para entrenar esa baja tolerancia a la incertidumbre en momentos tan peculiares como el que vivimos:

- Disponer de información fiable para comprender la situación: tanto para aceptar aquello que no depende de nosotros, como para controlar lo que sí, es importante partir de información rigurosa. Asegurémonos de comprender la situación con fuentes fiables de información, pero sin obsesionarnos en la búsqueda.

- Centrarnos en el momento presente, el aquí y el ahora: cuando no toleramos la incertidumbre es porque nuestra mente está constantemente centrada en lo que puede pasar en el futuro.

Mientras nuestra mente esté divagando en el futuro, disfrutar de la vida (del momento presente: el único momento en el que estamos vivos) será misión imposible. Centrémonos en los pequeños detalles y en las sensaciones en cada instante.

- Priorizar necesidades en base al autoconocimiento: conocerse a uno mismo para saber lo que se necesita en cada momento. Para ello, debemos preguntarnos: ¿qué es importante para nosotros en la vida? ¿Cuáles son nuestros valores? ¿Le estamos dedicando tiempo en el día a día a lo que es realmente prioritario?

- Relativizar y racionalizar: como he exlicado en líneas anteriores, la mente comete errores. Por tanto, es fundamental redirigir conscientemente nuestros pensamientos hacia donde queramos y cuestionarlos cuando nos generen malestar.

- Cuidar las emociones: el autocuidado debe de ser siempre una prioridad. Para ello, es fundamental que escuchemos nuestras emociones, las validemos y nos permitamos sentirlas y gestionarlas.

Recuerda que todo lo que sentimos es importante porque habla de nosotros.

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