MOMENTOS DIFÍCILES
Ese deterioro diario, en el que nuestro compañero se ve cada vez más limitado en su capacidad de moverse, comer o incluso controlar sus esfínteres, les provoca una angustia a menudo no valorable por el propietario y somos los veterinarios los que tenemos que hacerle ver que la temida decisión esta próxima.
Cuando adquirimos una mascota no somos consciente que en algún momento llegará ese momento en el que tendremos que despedirnos de ella. Aunque hoy en día hemos duplicado su esperanza de vida, el tiempo pasa volando. Sin querer tendemos a trasladar pensamientos humanos a nuestra relación con ellos y determinadas decisiones parecen no entrar dentro de las opciones admisibles.
Gracias a la investigación y a la calidad de la medicina veterinaria del siglo XXI podemos tratar las enfermedades de nuestras mascotas al mismo nivel que en medicina humana, llegando incluso a convivir con cardiopatías o a operarse tumores cerebrales, situaciones antaño impensables.
El cambio en el concepto de mascota a nivel europeo hace posible esta implicación del propietario a la hora de aceptar determinadas intervenciones, pruebas o tratamientos. Sin embargo, al igual que en medicina humana, por más que nos duela, las enfermedades crónicas o la esperanza de vida, en algún momento, llegan a su fin.
Es frecuente que los propietarios comenten que prefieren que la naturaleza siga su curso y que una mañana ese amigo viejito se haya quedado dormido sin más sufrimiento. Todos quisiéramos que así fuera y sin embargo es muy raro que sea eso lo que suceda.
Ese deterioro diario, en el que nuestro compañero se ve cada vez más limitado en su capacidad de moverse, comer o incluso controlar sus esfínteres, les provoca una angustia a menudo no valorable por el propietario y somos los veterinarios los que tenemos que hacerle ver que la temida decisión esta próxima.
Miles de dudas se amontonan en la mente de los propietarios, las mismas en cada uno de ellos, todas lógicas, respetables, y por más que las contestamos una a una, siguen apareciendo día tras día.
En mi caso en particular, por el tipo servicio veterinario que yo ofrezco, la implicación con cada familia es muy estrecha y cada caso de eutanasia es único y me afecta como si de mi mascota se tratase.
En este artículo intentaré plasmar todas esas dudas y sus respuestas, con el mismo cariño e implicación que siento cada vez que uno de mis ¨bichitos¨ entra en esa última etapa que siempre llega demasiado rápido.
¿Cómo sabemos que está sufriendo?
Cuando nuestra mascota rehúye el contacto con nosotros, no quiere salir a la calle, deja de comer y simplemente se aísla o esconde, claramente no se encuentra bien y según la enfermedad que tenga o la edad, puede ser difícilmente recuperable.
Aun nos saluda al entrar, ¿eso es que aún está bien?
El momento de entrada del dueño en la casa suele ser el más esperado por nuestro amigo durante todo su día. Aún estando dolorido, hará algún signo de bienvenida a nuestra llegada. Cuando no reacciona a nuestra llegada, suele ser ya un estadío bastante avanzado y que indica que su malestar es tal que no interactúa con el medio que le rodea.
¿Cómo sé que es el momento exacto?
No hay un momento exacto. No hay una fecha acertada y una errónea. Para valorar si ha llegado ese temido día solo hay que sentarse los adultos, valorar si tiene solución y sobre todo si tiene calidad de vida, si es capaz de comer solo, levantarse solo, controlar sus esfínteres y llevar a cabo sus necesidades básicas sin dolor. Si tras valorarlo y comentarlo con su veterinario, habéis llegado a la conclusión de que no es justo para vuestro amigo estar privado de esas capacidades, no lo dudéis, es el momento. No hay nada más noble y mas valiente que ser capaz de despedirse cuando no ha sufrido en exceso, por más duro que nos sea a los que debemos afrontar ese momento.
Mi anterior mascota vivió mucho más, ¿como voy a privarle de esos años?
Por más que nos cueste asimilarlo, hay razas que a los 10 años ya son viejitas y su desgaste es muy superior al de otras. Puede ser que un Cavalier o un Mastín no podamos esperar que estén con nosotros mucho más allá de los 8-10 años.
Incluso dentro de una misma camada, dos hermanos pueden vivir más o menos, según su alimentación, hábitos, tratamientos o enfermedades que hayan tenido, por lo que no podemos aferrarnos a las experiencias previas o lo descrito en los libros de las razas.
¿Va a sufrir?, ¿Es doloroso?
Antiguamente se administraban fármacos diferentes y sobre todo de modo distinto, lo que hacía el proceso un tanto brusco.
Actualmente y gracias a todo lo que se ha trabajado en cuanto a bienestar animal, se utilizan fármacos anestésicos, los mismos que se administran cuando se va a realizar una intervención quirúrgica y no es hasta el momento en el que nuestra mascota está totalmente anestesiada, en ¨plano anestésico¨ que llamamos los veterinarios, cuando administramos el fármaco final eutanásico, que no es otro que un inductor anestésico a dosis mayores para inducir una bajada de la frecuencia del latido cardiaco poco a poco hasta la completa parada, sin que el animal sienta lo más mínimo. Literalmente se quedan dormidos, cada vez más profundamente, hasta pararse.
En el caso de mascotas con enfermedades crónicas y cánceres, el decidir cuando cesar una terapia parece aún más difícil y es ahí, más que nunca, cuando hay que dejarse aconsejar por el veterinario quien, cuando ve que ya no hay alternativa terapéutica posible y el deterioro que viene es claramente innecesario para nuestra querida mascota, nos aconsejará no retrasar este momento.
Ni con todos los conocimientos veterinarios en nuestro haber podremos afrontar ese momento fácilmente. Aún hoy, tras más de 15 años de profesión, sigo viviendo ese momento con dolor pero la certeza de que les evitamos sufrimiento y que no hay alternativa posible, hace sobrellevar esa decisión como el último regalo que les hacemos en agradecimiento por unos años maravillosos a nuestro lado.
( En memoria de todos nuestros amigos de cuatro patas que nos han acompañado cada día sin pedirnos nada a cambio )
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