SUDOR Y TOXINAS
Algunas personas aseguran que el deporte acelera el envejecimiento de la piel debido al sudor o a la exposición solar. ¿Es eso cierto? ¿Existe algún deporte que acelere el deterioro de la piel? Veamos qué hay de cierto en todo ello.
El envejecimiento de la piel es una de las excusas típicas que utilizan algunas personas para no practicar ejercicio físico. Poniéndonos en el peor de los casos, y suponiendo que el deporte descuelga la piel y provoca más arrugas, los beneficios físicos y emocionales de estar activos lo compensarían con creces. No obstante, vamos a profundizar en este tema para ver cómo afecta al aspecto de la piel la actividad deportiva.
El deterioro de la piel se produce por 3 factores: Genética, ambiente y cuidados. En la genética no tenemos mucho que decir, porque nos viene de serie. Lo que sí podemos hacer es cuidar el ambiente en el que nos movemos y mimar nuestra piel.
Cuando nada de esto se tienen en cuenta, el paso de los años provoca que la piel tenga menos hidratación y menor elasticidad. Así, la piel se torna más seca, menos grasa y con menos colágeno. Esto provoca que cualquier gesto o movimiento la piel no la vuelva a recuperar con la misma rapidez y calidad.
En la infancia y juventud podemos hacer cualquier gesto como reírnos, enfadarnos, saltar, fruncir el ceño… sin miedo a las arrugas. La piel cuenta con todas sus propiedades y regresa a su estado inicial sin que la arruga se cree. En cambio, esos gestos repetidos a lo largo de los años se van sumado a la pérdida de propiedades de la piel, e impiden que se recupere, lo que favorece las arrugas.
Realizar ejercicio físico y deporte tiene efectos antioxidantes en nuestro organismo y en nuestra piel. El elemento que hay que tener en cuenta es cómo lo hacemos, dónde y con qué cuidados.
Nuestro organismo está en continua lucha para mantener la homeostasis o, lo que es lo mismo, el equilibrio que necesitan los sistemas de nuestro cuerpo para funcionar de forma adecuada.
Como el deporte provoca un aumento de nuestra temperatura corporal, el organismo busca el equilibrio intentando reducir ese calor. Para ello, acude a la sudoración.
El sudor se compone de agua y toxinas, por lo que el deporte hace que la piel pierda hidratación y se depositen residuos sobre ella. Sin embargo, esto se puede combatir con una buena hidratación, bebiendo agua y lavando bien nuestro cuerpo tras el entrenamiento.
No todos los ejercicios nos hacen sudar igual. Además de la duración del entrenamiento, pues el sudor permanece más tiempo sobre nuestra piel, tiene que ver la intensidad. Basta con comparar pilates con una clase de ciclo indoor, o un entrenamiento de fuerza en máquinas con hacer running 1 hora y media. Ambos factores repercuten, no obstante, sobre la piel.
Además, los deportes que requieren una mayor intensidad son físicamente más difíciles. Esto nos lleva a gesticular más y a contraer los músculos de la cara. Resulta útil para tonificar la musculatura de la cara, pero tiene mayor riesgo de provocar arrugas.
En todo caso, la piel sufre especialmente con los factores ambientales como el sol, el frío y la contaminación. Por ello, todos los deportes que se practican al aire libre tienen una mayor probabilidad de provocar arrugas.
Si lo haces en la calle, es más probable que su aspecto se vea afectado que si lo haces en un tapiz rodante, pero el deporte en sí no es el motivo. Para que se entienda: dar un paseo por la playa también tiene más riesgo de provocar arrugas que andar por casa, y no tenemos pensado dejar de hacer ese plan sabiendo los beneficios que nos aporta. Exactamente eso sucede con el deporte.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que todos los ejercicios que provoquen una pérdida de grasa también van a provocar un adelgazamiento del rostro. Con ello, se marcan más los pómulos y cualquier gesto favorece también más las arrugas.
En resumen, todos los deportes que impliquen una intensidad alta, una duración larga y una práctica al aire libre tienen mayor riesgo de provocar arrugas y la caída de la piel de la cara.
Sin embargo, tenemos la posibilidad de minimizar estos efectos gracias a los protectores solares y llevar a cabo los cuidados adecuados: lo mismo que debemos hacer aunque no practiquemos ejercicio físico. El objetivo es procurar que la piel pierda la mínima hidratación y colágeno posible para evitar que salgan manchas, arrugas y flacidez.