ENCUENTRA TU CENTRO
La Navidad puede traer luz, familia y celebraciones… pero también estrés, expectativas imposibles y emociones que se desbordan sin aviso. Si diciembre te pasa por encima y sientes que no das más, te contamos por qué ocurre y cómo recuperar el equilibrio antes de que el año termine.
La Navidad es, para muchos, una época luminosa de reencuentros, comidas especiales, regalos y eventos sociales. Pero detrás de la luz siempre hay sombras, una cara silenciosa que rara vez se muestra en estas fechas por miedo a ser como el Grinch: agotamiento emocional, ansiedad, discusiones familiares y una presión social que exige estar feliz, aunque no siempre lo sientas así.
Y es ahí donde aparece el desbordamiento emocional, ese estado en el que las emociones se intensifican tanto que se vuelve difícil gestionarlas. No es raro sentirse así en diciembre: demasiadas citas familiares, compromisos laborales, compras, recuerdos que remueven, balances de fin de año y la sensación constante de que en la Navidad todo tiene que ir bien.
Si te identificas con lo que estás leyendo debes saber que no es debilidad. Es saturación y tiene solución.
Antes de que estalles o te encierres en el baño a respirar hondo durante la cena, tu cuerpo suele avisar:
Hay rutinas que funcionan para evitar esa situación de desborde emocional que podemos llegar a sentir. Algunas de ellas son:
1. Respira conscientemente antes de reaccionar
Cuando sientas que la emoción va a explotar (en una discusión familiar o en un centro comercial abarrotado) detente. Tres respiraciones profundas pueden resetear tu sistema y evitar una reacción impulsiva.
2. Pon límites claros (y no pidas perdón por ello)
No tienes por qué ir a todas las cenas, ni comprar regalos carísimos, ni mantener conversaciones incómodas. Decir "este año no puedo" también es amor propio. Abandona la idea de "tener que encajar" y acepta que no vas a gustarle a todo el mundo. Cuando no sabes decir que "no" a los demás, el "no" te lo estás diciendo a ti.
3. Crea espacios para estar en calma
La Navidad suele ser sinónimo de prisas, ajetreo y ruido, tanto en las calles como en casa. Un paseo en soledad, un baño caliente, diez minutos de música que te baje pulsaciones o ver aquella peli navideña de todos los años puede hacerte muy bien. Esos pequeños oasis pueden marcar la diferencia en días acelerados. Buscar tiempo de calma para ti, es muy recomendable.
4. Ancla los pies al presente, piensa en el ahora
Cuando tu mente se dispare con "tengo que" o "debería" vuelve al aquí y ahora: mira un objeto, nota tu respiración o siente el suelo bajo los pies. Es simple, pero funciona.
5. Valida lo que sientes
Sentir tristeza, cansancio, nostalgia o estrés es normal. Date permiso para sentir sin juicio y, si te apetece, compártelo con alguien. Ponerlo en conocimiento de alguien que sabes que escucha sin juzgar puede venirte muy bien para aceptar todo lo que llevas dentro.