TRABAJO IDEAL
Cuando tenemos un trabajo que va en línea con nuestra razón de ser, gozamos de una vida armoniosa y congruente, lo que genera automáticamente una gran sensación de bienestar.
Trabajar haciendo algo que te guste es un regalo. Se suele decir que más nos vale que nos guste nuestro trabajo porque vamos a dedicarle mucho tiempo a lo largo de nuestra vida. Pero ¿cómo encontrarlo? Y si ya tengo un trabajo que me gusta, ¿cómo saber que es "EL" trabajo?
El "ikigai" es un método japonés que nos permite realizarnos las preguntas correctas para encontrar nuestra razón de ser.
Cuando tenemos un trabajo que va en línea con nuestra razón de ser, gozamos de una vida armoniosa y congruente, lo que genera automáticamente una gran sensación de bienestar. Para crear tu "ikigai" necesitas tener claros los siguientes componentes: lo que amas, lo que necesita el mundo, aquello por lo que te pueden pagar y aquello en lo que eres bueno.
Componentes del trabajo ideal
A continuación, analizamos los componentes necesarios en el trabajo ideal:
Lo que amas
La base de tu trabajo debe ser la ejecución de unas funciones que en sí mismas te gusten. Para descubrir qué es lo que te gusta te propongo lo siguiente:
Lo que necesita el mundo
Piensa en tus valores, entendiendo valores como aquello a lo que más importancia le das. Por ejemplo: valoro pasar tiempo con mi familia y valoro hacer deporte.
Cuando lo tengas, te animo a llevar esos valores a gran escala y a preguntarte esta vez, qué es lo que a nuestra sociedad le hace falta. En este sentido, te animo también a preguntarte qué tipo de impacto genera tu trabajo tanto en las personas como en el mundo.
Por ejemplo: mi trabajo fomenta un modo de vida ecológico, aporta más tecnología, aporta más salud… Busca realizar un trabajo que encaje con aquello que tú sientes que necesita el mundo o la sociedad.
En lo que eres bueno
Todas las personas tenemos habilidades. Si te cuesta encontrarlas, te recomiendo realizar un listado de tus logros (de todos, por pequeños que sean), por ejemplo: realizo unos bizcochos muy ricos, he construido relaciones de amistad muy estrechas, he publicado un libro, he dado un concierto con la academia de música a la que estoy apuntada… cuando lo tengas, piensa qué tipo de habilidades te han permitido conseguir cada uno de esos logros.
Por ejemplo: para hacer mis bizcochos puede que haya utilizado mi curiosidad y mi disciplina o que para construir relaciones de amistad estrechas haya utilizado la amabilidad, la apertura mental y la empatía. Recuerda que pueden ser habilidades naturales o habilidades aprendidas con la experiencia.
Por lo que te pueden pagar
Teniendo en cuenta todo lo anterior, piensa cómo puedes monetizarlo y cómo puedes convertirlo en un trabajo con altas probabilidades de demanda.
Piensa en tu experiencia y formación actual y si es suficiente para llevar a cabo lo que quieres o necesitas algo más.
Si unes aquello en lo que eres bueno y aquello que amas, encontrarás tu pasión. Tu pasión te generará satisfacción, pero sensación de que no eres útil.
Si unes aquello que amas con aquello que piensas que necesita el mundo, encontrarás tu misión. Tu misión te generará deleite y plenitud, pero no riqueza.
Si unes aquello que crees que necesita el mundo con aquello por lo que te pueden pagar, encontrarás tu vocación. Tu vocación te aportará mucha emoción, pero sensación de incertidumbre.
Si unes aquello en lo que eres bueno y aquello por lo que te pueden pagar, encontrarás tu profesión. Tu profesión te aportará comodidad, pero un sentimiento de vacío.
Si unes los cuatro componentes, encontrarás tu "ikigai", tu razón de ser.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR...
¿Llevas mal pasar muchas horas de pie en el trabajo? Sigue estos consejos