DIME QUÉ CROQUETA TE GUSTA Y TE DIRÉ CON QUÉ VINO MARIDARLA
¿Quién lo diría? Tras su apariencia de tasca de toda la vida, el bar El Fútbol, en Zaragoza, esconde la mayor oferta de vinos aragoneses del mundo, con 398 caldos en su carta. Su otra especialidad son las croquetas, de las que cuenta con 68 tipos (y sigue sumando). Su encargado, todo un especialista en catas, realiza para nosotros siete combinaciones perfectas entre sus dos productos estrella.
En 1951 abría sus puertas en Zaragoza, junto al antiguo Estadio de Torrero, el bar El Fútbol (Avenida de América, 3). Desde entonces ha llovido mucho. El estadio fue derruido y el bar cambio de propietarios, pero el nombre y la estética han sobrevivido al paso del tiempo. Por eso, al traspasar su puerta, uno no espera encontrar en su interior un catálogo tan increíble de vinos aragoneses. En su bodega hay desde vinos de la tierra a auténticas joyas, como una botella de Alto Moncayo de añada 2007, el primer caldo aragonés que recibió la máxima puntuación del gurú norteamericano Robert Parker, y que hoy es imposible encontrar en el mercado. Por si fuera poco, su otra especialidad son las croquetas (de longaniza con ron, de gambas al ajillo, de mejillones... Así hasta 68 variedades), que elaboran con mimo a partir de guisos caseros.
Manuel Bona, encargado del bar, es todo un experto en catas, que imparte con regularidad en su local y allí donde es requerido. Para él, "conocer los vinos te sirve para ver con qué maridan mejor; el vino adecuado puede mejorar un buen plato". Tiene fácil demostrarlo, así que le pedimos que proponga una selección de siete parejas perfectas entre sus vinos y sus croquetas.
Duna DCueva + Croqueta de gambas al ajillo
Los vinos de la bodega DCueva, procedentes del desierto de Los Monegros, están de moda en Aragón. Su blanco, denominado apropiadamente Duna, tiene mucho cuerpo, una graduación alta y aromas a frutas como la pera y la piña. Por todo ello combina con la croqueta de gambas al ajillo, un sabor potente que requiere un vino a la altura. Además, "este vino limpia las papilas gustativas y deja una sensación fresca en la boca tras cada bocado", explica Bona.
Chardonnay 2013 Care + Croqueta de mejillones en escabeche
Para resaltar el sabor suave de los mejillones en escabeche de la croqueta, nada mejor que un vino con cierta acidez como el Chardonnay 2013 de Care, de la Denominación de Origen Cariñena. Un vino blanco que recuerda a la piña y otras frutas tropicales.
Anayón Chardonnay 2013 + Croqueta de pollo con almendras
El Anayón Chardonnay, de la bodega Grandes Vinos y Viñedos, con Denominación de Origen Cariñena, deja en la boca recuerdos a vainilla, melocotón y frutos secos. Su fermentación en barrica hace que tenga cuerpo, no sea ácido y ofrezca un aroma tostado. ¿Aroma a frutos secos y tostados? Está claro que su mejor pareja es la croqueta de pollo con almendras, con la que marida al primer toque.
Uncastellum Rosado 2013 + Croqueta de pollo al chilindrón
El Uncastellum rosado recibió la Medalla de Oro en el Concurso de Vinos Ecológicos de Estella. No pertenece a ninguna denominación de origen (ni falta que le hace), sino que es un caldo de indicación geográfica Vinos de la Tierra Ribera del Gállego-Cinco Villas. Su compañera ideal en este baile es la croqueta de pollo al chilindrón, un típico guiso a base de tomate, pimiento y ajo. El Uncastellum rosado tiene aromas dulces, a fresa y frambuesa, pero a la vez resulta seco en la boca, lo que contribuye a potenciar el sabor del tomate contenido en la croqueta.
Borsao Selección 2013 + Croqueta de sobrasada
El Borsao Selección es un vino tinto elaborado con uvas de las variedades syrah, garnacha y tempranillo. Bona lo califica como "espectacular, de los mejores vinos jóvenes, con un aroma muy afrutado y muy potente en boca". Por su parte, la sobrasada es un alimento graso, incluso pesado. Para hacer frente a una croqueta elaborada con este embutido crudo, qué mejor que un vino potente. "Los taninos del vino ayudan a la digestión de la croqueta - explica Bona-, ya que rompen la estructura de la grasa. Además, el Borsao deja el paladar listo para otro bocado".
Baltasar Gracián Viñas Viejas 2011 + Croqueta de morcilla
El tinto Baltasar Gracián Viñas Viejas 2011, de Bodegas San Alejandro, recibió la Gran Medalla de Oro del Concurso Grenaches du Monde, un certamen especializado en caldos elaborados con uvas garnachas. Su aroma tiene recuerdos a especias dulces, por lo que acompaña a la perfección a la croqueta de morcilla, que tiene un ligero toque a canela. "Los maridajes pueden basarse en los extremos, unir sabores y aromas que están muy alejados, o en los iguales, que es el caso de esta combinación", revela Bona.
Alto Moncayo 2010 + Croqueta de jamón serrano y foie
La croqueta de jamón y foie es tan sabrosa como intensa. Una vez más, estamos ante mucha grasa que disolver. Así que para degustar esta bomba sin temor al empacho, recurrimos de nuevo a nuestros amigos los taninos. El Alto Moncayo, elaborado con garnacha, tiene el grado de alcohol y la intensidad de aroma a fruta madura y a madera necesarios para batirse en pie de igualdad con esta croqueta. Por supuesto, también está fantástico en solitario, pero después de este listado, se impone celebrar un matrimonio inquebrantable entre vino y croqueta, la pareja perfecta.