Tu nevera tiene telarañas, amigo
¿De regreso de vacaciones? Qué bien te lo has pasado… pero que penita da tu nevera. Sí, puedes pedir una pizza, pero también aprovechar para sacar partido a restos y conservas.
El retorno a la realidad después de unas semanas de descanso guarda golpes morales como el de la ausencia de comida en condiciones. No te preocupes: sigue estos consejos de cocina de supervivencia y podrás incluso organizar una cena para tus colegas sin haber sacado aún las cosas de la maleta. Tú, que sabes lo que te conviene, nos harás caso: al fin y al cabo, somos tan majos que te hemos explicado cómo hacer recetas en media hora o la manera en la que puedes montar un menú de domingo facilón.
Cúrrate un ajoblanco
Vale, es posible que no haya tomates y te apetezca un gazpacho. Además, el sol no se ha quedado en la playa sino que se ha venido contigo y está calentando en estos momentos tu hogar de manera inmisericorde. Si tienes la suerte de tener unas almendras al natural por casa, estás de suerte: puedes preparar ajoblanco. Busca a ver si tienes algo de pan duro en casa y ponlo en remojo (nota: en caso contrario puedes recurrir a pan de molde, pero solo para momentos de urgencia extrema). Coge unos 100 gramos de las almendras y échales un pelín de agua hirviendo por encima para pelarlas de manera más sencilla. Ahora, mételas en la batidora junto con un litro de agua fría y dos dientes de ajo. Bátelas hasta que se forme una pasta y añade ahora el pan junto a 100 gramos de aceite y 30 de vinagre. Dale al brazo hasta que quede bien mezcladito y rectifica de sal. Hala, a la nevera.
Un toque griego
El pepino y el yogur suelen ser dos inquilinos habituales de tu frigorífico en verano. Puede ser que, al volver, te estén esperando fielmente tras la puerta blanca, haciéndose fuertes en las baldas, sin prácticamente ningún otro vecino. Aprovecha a estos espartanos y prepara un tzatziki, la sabrosa salsa griega que puedes acompañar con cualquier cosa (¿tienes picos de pan? Mira a ver...). Para empezar, hay que machacar un diente de ajo en un mortero junto con sal y pimienta. Echa luego una cucharada de aceite de oliva y media de vinagre de vino y mézclalo bien. Ahora coge un bol, echa un par de yogures naturales, -sería mejor que fueran griegos, pero para qué pedir peras al olmo- y a tu amigo el pepino, lavado y picado muy muy finito. Añade tu majado de ajo y déjalo reposar en el frigorífico hasta que esté bastante frío. Ya tienes un aperitivo.
Zorongollo, la ensalada más fácil del mundo
Te llamarán tus padres: “¿No tienes nada para comer, verdad?” “Que sí, que sí tengo. He hecho zorongollo”. Al otro lado de la línea, un silencio asombrado. Salvo que tu parentela sea de Extremadura, es posible que alucinen ante el 'bombástico' nombre del plato que acabas de mencionar. En realidad, esta ensaladita, en su versión más básica, solo te exige abrir una lata de pimientos asados, añadirle una cebolla en juliana, ajo muy picadito, aceite, vinagre y sal. Y ya.
Unas crepes sin huevo
Tal y como vamos, lo mismo te ves incluso con fuerzas de hacer unas crepes al más puro estilo francés. Eso sí, sin huevos, para no complicar mucho la logística. Venga, vamos a ello. Coge dos tazas de leche y una taza de harina que seguro que tienes por casa. Si no, mal vamos… Añade la harina a la leche poco a poco, hasta conseguir una pasta homogénea y no muy espesa. Deja reposar durante 10 minutos. A continuación, unta bien una sartén con mantequilla y echa un poco de la mezcla, repartiéndola de manera homogénea. Espera a que se dore por abajo, dale la vuelta con la espumadera y repite la operación. Recuerda engrasar bien la sartén antes de cada crepe. Añade azúcar al gusto y rellénalas con… lo que tengas por ahí. Sin huevo quizá queden un poco menos jugosas, algo que podrás subsanar con nata montada, crema de cacao, mermelada…
Tomate con lo que sea
Por larga que haya sido tu ausencia y nula tu capacidad previsora, es casi seguro que en algún lado de la cocina te espera una lata de tomate, entero o triturado. Aprovecha la ocasión para hacer una salsa de tomate de chuparse los dedos. Puedes sofreír un poquito de ajo y cebolla si quieres o directamente solo el contenido de la lata. Recuerda añadir un poquito de sal al principio y dos cucharadas de azúcar, para contrarrestar la acidez. En media hora estará lista y será la acompañante perfecta para esos espaguetis que languidecen en el armario de la cocina o ese medio paquete de arroz que lleva contigo desde que chateabas por el Messenger. Ya tienes un plato principal. Y si hay algo de queso rallado en el frigorífico, puede ser el acabose.
Adiós, friquiconservas, adiós
Como autor de este artículo, tengo que revelaros que en mi despensa figuran latas que llevan varios años conmigo y aún no he tenido el valor de abrir. Os estoy hablando de conservas de algas ya cocinadas, un flan sabor vainilla en lata estilo mexicano y alguna que adquirí en viajes al Lejano Oriente y cuyo contenido me es imposible descifrar. Mi último consejo es que si tenéis alguna de este estilo por casa, le deis salida aprovechando la hambruna postvacacional. Es ahora o nunca.