Y una receta de ensalada tropical
Panchitos caducados, fritanga, paellas de plástico… la oferta gastroplayera suele ser desoladora. Esquiva las trampas para despistados y guiris con un picnic playero de los que hacen época. De propina, una receta de ensalada tropical.
Arena y agua salada. Malos compañeros para esa ensaladilla rusa que has preparado con tanto empeño en casa y que ahora va directa a la papelera. En la playa, muchos son los enemigos del gourmet: los vecinos que sacuden la toalla, los niños que saltan y salpican, balones gigantes que arremeten contra ti o el traicionero viento de levante. Pero no todo está perdido. Disfrutar de una jornada de playa de 10 no significa renunciar a una buena comida. Sólo hay que cumplir los siete mandamientos del perfecto gastrónomo en bañador y elegir sabiamente el menú. Ah, y meter tripa, por lo de salir bien en la foto, claro.
Los siete mandamientos del picnic 'on the beach'
Agua a mansalva. Si tu hora de comer es entre las 2 y las 3 de la tarde, ten en cuenta que lo más probable es que haga mucho calor. Procura hidratarte bien llevando la nevera portátil repleta de agua y refrescos. Para que las botellas aguanten, congélalas en casa.
No te olvides de la sombrilla. En un picnic playero podemos prescidir de casi todo: mesa, sillas, vajilla… pero nunca de la sombrilla. Evitarás desmayos por insolación antes de llegar al segundo plato o el desagradable “efecto Homer Simpson”: sudar mientras comes.
Lleva un mantel de casa. Ni manta -que pesará demasiado y te dará calor- ni toalla -que esas tienen otra función-. Elige un mantel ligerito y mételo en la bolsa de la playa. Al volver a casa, llévalo directo a la lavadora y aquí no ha pasado nada.
Elige bien dónde te pones. Es cuestión de sentido común. En Benidorm, casi seguro que tu picnic será un desastre: si apenas hay sitio para poner la toalla, ¿dónde pretendes colocar tu menú versallesco? Elige el día con menos aglomeraciones o busca una calita tranquila.
Distrae a los comensales. Necesitarás un rato para que tu picnic esté listo. Si vas a la playa con niños o con adultos que se comportan como tales, procura llevar un kit de entretenimiento con palas, balones, cubos y todo aquello que te permita ganar tiempo.
Limpieza ante todo. Lleva suficientes servilletas de papel o incluso toallitas húmedas como las de los bebés. Recuerda que puede haber manchurrones, desplome de vasos o, si la cosa se pone fea, guerra de comida.
Esas dos horas vitales. “Después de comer no te puedes bañar. Tienes que hacer la digestión”. Aunque recientes investigaciones podrían desmentir esta verdad que llevamos oyendo desde tiempos inmemoriales, no te la juegues.
Y una receta fresquita, la 'sunsalada tropical'
- 1 kilo de gambas (cocidas y peladas)
- Media bolsa de rúcula
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100 gramos de queso feta
- 1 mango
- 1/2 piña
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1 cebolla roja
- 100 gramos nueces
- Unas hojas de menta trituradas
Para la salsa:
- 1 cucharada sopera de vinagre de vino blanco
- 1 cucharada sopera de mostaza de Dijon
- 2 cucharadas de miel
Corta en daditos el queso feta, el mango y la media piña. Trocea la cebolla en trozos lo más pequeños posible y pela y parte las nueces. Mézclalo todo con la rúcula y las gambas y espolvorea con la menta triturada. Para hacer la salsa, vuelca el vino, la mostaza y la miel en un bol y remueve hasta que queden bien ligados.
Transporte y presentación: Mete la ensalada en un bol hermético de plástico para que sea más ligero. Para la salsa, reutiliza un frasco de cristal con tapa. Una vez en la playa, sirve la ensalada en mini tuppers individuales o en cajitas de cartón desechables (como las de los noodles). Salsea a tu gusto y ¡que aproveche!