CON SOLO UN PRODUCTO
Aunque los filamentos sebáceos son una parte natural de nuestra piel, su apariencia puede minimizarse con una rutina adecuada. Descubre cómo el ácido salicílico puede convertirse en tu mejor aliado para lograrlo y aprende a incorporarlo en tu rutina diaria.
Mirarte al espejo y descubrir pequeños puntos en la nariz, el mentón o las mejillas es más común de lo que crees. Estos puntos, a menudo confundidos con puntos negros, pueden ser en realidad filamentos sebáceos. Son una consecuencia positiva de nuestra dermis, pues son el resultado de la correcta regulación de la producción de grasa y de una barrera cutánea saludable.
Aunque no es posible eliminarlos por completo, su apariencia puede reducirse usando productos específicos. Entre los más efectivos se encuentra el ácido salicílico, un ingrediente clave en la limpieza profunda de los poros y la mejora de la textura de la piel. ¡Quédate para aprender todo sobre los filamentos sebáceos, cómo diferenciarlos de los puntos negros y qué pasos seguir para tratarlos eficazmente!
Los filamentos sebáceos son pequeñas estructuras que forman parte del revestimiento interno de los poros. Su función es guiar el flujo de sebo, la grasa, desde las glándulas sebáceas hacia la superficie de la piel.
Este proceso es clave y es de lo más natural, pues ayuda a mantener la piel hidratada y protegida, formando una barrera contra factores ambientales. Sin embargo, si tenemos una piel muy grasa o nuestros poros son más grandes de lo normal, estos filamentos se hacen mucho más visibles, especialmente en áreas como la nariz y el mentón.
A diferencia de los puntos negros, los filamentos sebáceos no se producen por una obstrucción. Los puntos negros aparecen cuando el poro se llena de este sebo y de células muertas, que al exponerse al aire, se oxida y oscurece. En su lugar, los filamentos sebáceos son de color más claro (blancos, grisáceos o amarillentos) y no se oscurecen porque no están expuestos a la misma oxidación.
Además de esta diferencia de color, también es fácil identificarlos por la textura, pues los puntos negros son mucho más sólidos. En cambio, los filamentos salen en forma de finos hilos si los exprimimos. Precisamente, eso es debido al porqué de su formación. Mientras que los puntos negros son consecuencias de una obstrucción de grasa innecesaria, los filamentos sebáceos son claves para la regulación del sebo en la piel, tal y como hemos visto.
Aunque su eliminación total es prácticamente imposible, sí es posible reducir su apariencia con productos específicos, sobre todo aquellos enfocados a limpiezas profundas de la dermis. Entre estos productos, el ácido salicílico es uno de los más recomendados por su capacidad para disolver la grasa acumulada y las células muertas en los poros.
El ácido salicílico es un betahidroxiácido (BHA) conocido por ser soluble en grasa, lo que le permite penetrar en los poros y disolver el sebo. Este ingrediente es altamente eficaz para mejorar la apariencia de los filamentos sebáceos y reducir la acumulación de grasa.
Puedes incorporar este componente en tu rutina diaria con limpiadores suaves, ya que llevar a cabo una limpieza regular es fundamental para mantenerlos bajo control. El tónico también puede ser interesante porque ayuda a mantener los poros limpios y a reducir la acumulación de sebo. No te olvides de los exfoliantes y mascarillas de arcilla, ideales para reducir el exceso de grasa de esas zonas y desintoxicar la dermis.
Más allá del uso de productos, hay que tener en cuenta otros factores más rutinarios para evitar una sobreproducción. Aunque sea una tentación, evita apretar los filamentos, porque eso puede hacer que los poros se dilaten y se vuelvan más visibles.
Recuerda que, aunque tengas la piel grasa, es muy importante hidratarla para evitar que las glándulas sebáceas produzcan un exceso de grasa como mecanismo de compensación. Y, por último, la exposición al sol puede aumentar la producción de sebo y la visibilidad de los filamentos, por lo que no debes olvidar usar un buen protector solar.