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Guerra Israel-Hamás

La Franja de Gaza, trampa mortal para más de dos millones de personas que no pueden huir

El Ejército de Israel ha lanzado las primeras operaciones relámpago en Gaza mientras la población civil de Gaza ha tenido poco más de 24 horas para ponerse a salvo, algo casi imposible en tan poco tiempo. La tensión es máxima en este momento.

Este sábado no hay descanso del Shabat para el ejército israelí. Desde la madrugada, los bombardeos han sido incesantes sobre la franja de Gaza. Y a pesar de que se lanzan panfletos para advertir a los civiles, algunos convoyes con gente que intentaba huir han sido atacados. Ayer, 70 personas perdieron la vida. Ha ocurrido en una de las dos carreteras que llevan al sur de este territorio.

Convoyes con desplazados han sido bombardeados

Los pocos hospitales operativos están en una situación desesperada. Sin víveres ni medicamentos, la carencia total de medios abocará a muchos enfermos a una muerte segura. Un periodista de una cadena de televisión árabe muestra los camiones de helados que están siendo utilizados como morgues improvisadas, como se puede ver en el vídeo de la parte superior.

Centenares de enfermos no pueden ser evacuados de los hospitales

Según avanza el día, la ofensiva aérea se extiende de norte a sur de Gaza.

"¿Es que somos animales? Somos humanos"

Varias mujeres palestinas

Prueba de ello es la tragedia que hoy se vive en Jan Yunís, a apenas 10 kilómetros de la frontera con Egipto. "¿Es que somos animales? Somos humanos", claman varias mujeres de esta localidad palestina.

Jan Yunís, al sur de la franja, también ha sido atacada

"Las casas estaban llenas de desplazados. En la más pequeña había 60 personas. Esto es un genocidio", denuncia Ibrahím, otro vecino de Jan Yunís. Los extranjeros residentes en Gaza tendrán la oportunidad de huir de este infierno tras el acuerdo al que han llegado Egipto, Israel y Estados Unidos, según un alto mando del país árabe. Esta tarde se reabrirá el paso de Rafáh para que puedan escapar.

Los que se quedan harán lo que puedan por sobrevivir. Azmi, de 13 años, encuentra consuelo en su periquito con el que ha huido. "Los bombardeos no distinguen entre humanos y animales", sentencia el pequeño Azmi, mientras da de comer a su querida mascota.