Opinión
No es fácil encontrar un caso similar de discrepancias dentro de un gobierno europeo sobre algo tan importante como la guerra en Ucrania.
Se cumple un año del día en el que Vladimir Putin dio a su ejército la orden de invadir Ucrania. La operación militar pretendía acabar con la resistencia ucraniana en cuestión de días o pocas semanas. Pero ese plan resultó ser un fiasco para el dictador ruso.
Estos días, líderes de varios países acuden a Kiev para redoblar su apoyo a Ucrania. También lo ha hecho Pedro Sánchez, que ha confirmado al presidente Zelenski que España enviará al menos seis carros de combate. Aunque podrían ser hasta diez.
Sánchez muestra así su decidida apuesta por ayudar al ejército ucraniano en su lucha contra el invasor ruso. Lo hace con el apoyo de todos los partidos de la oposición: PP, Vox y Ciudadanos. Y lo hace con la oposición de Unidas Podemos, su socio de gobierno, y de sus socios parlamentarios, con Esquerra y Bildu a la cabeza.
No es fácil encontrar un caso similar de discrepancias internas en un gobierno europeo sobre algo tan importante como la guerra en Ucrania. En esto, España tiene un hecho diferencial: el gobierno está, a la vez, a favor y en contra de ayudar a Ucrania.