Sandra, decepcionada con la decisión de su padre

La amistad entre Gregorio y Alberto continúa fluyendo, siguen entendiéndose y encuentran apoyo mutuo en sus conversaciones.

Y mientras se ponen al día sobre sus vidas, escuchan gritos que provienen de los vecinos: “¡Alberto, da la cara!”. El vecindario entero parece estar en su contra… menos Gregorio.

Los vecinos se han dado cuenta de que Alberto es la única persona con agua y deciden increparle en casa. Él, que parece estar acostumbrado a estas situaciones, intenta solucionarlo con “un cheque en blanco” para comprar todas sus tierras.

“Métete tu dinero por donde te quepa”, grita Sandra antes de pedirle a su padre que se vayan de allí, pero Gregorio no piensa como ella. “Me quedo, aquí nadie me juzga ni tengo que acatar vuestras ridículas normas”, asegura mirando a su hija.