ALEJANDRA SILVA
¿Qué pasa cuando una estrella de Hollywood y una mujer lejos del foco mediático se encuentran por primera vez? Richard Gere y Alejandra Silva tienen su propia versión, llena de humor y sorpresa, sobre cómo empezó su historia de amor.
La historia de Richard Gere y su esposa, Alejandra Silva, es un recordatorio de que el amor puede encontrarse en los lugares más inesperados y romper cualquier barrera, ya sea de edad, cultura o incluso fama.
Juntos, la pareja no solo ha construido una sólida relación familiar, sino que también se han convertido en un dúo comprometido con causas sociales y ambientales. Sin embargo, lo que más divierte a esta pareja es recordar cómo comenzó todo, con un toque de humor.
Durante el evento ELLE for Future 2024, celebrado en Madrid, donde ambos fueron galardonados con el premio Eco por su labor social, Gere no pudo evitar bromear sobre su primer encuentro con Silva. Según el actor, ella "no tenía idea" de quién era él en aquel momento. "Ninguna. No vio películas, lo cual fue genial. Me alegré mucho por eso", ha comentado el actor.
Alejandra, que no ha dudado en corregirlo en plena entrevista, ha añadido: "No, espera un minuto. Richard, sabía quién eras". Aunque ha admitido que no había visto muchas de sus películas, Gere ha continuado con la broma: "Ella pensó que yo era George Clooney, pero aparte de eso, sabía exactamente quién era yo".
La pareja, que se conoció en 2014 en Positano, Italia, lleva casi una década compartiendo vida y proyectos. Se casaron en 2018 y tienen dos hijos en común, Alexander y James. Ahora, han decidido establecerse en Madrid, un cambio que consideran ideal para estar cerca de la familia de Silva y criar a sus hijos en un entorno lleno de calidez y cultura.
Más allá de las bromas y la complicidad, Gere y Silva han demostrado ser un equipo formidable tanto en su vida personal como en sus causas filantrópicas, trabajando juntos en la fundación Xala, que impulsa iniciativas sostenibles para preservar el medioambiente.
Su relación, basada en el respeto mutuo y un sentido del humor contagioso, sigue siendo un ejemplo de cómo el amor puede florecer en las circunstancias más improbables.