PRECAUCIÓN EN EL AGUA
Muchos médicos insisten que no es adecuado confundir ambos términos al no tratarse del mismo problema. Pero, aunque debamos tener cuidado en ambos casos, ¿en qué se diferencia el síndrome de la inmersión del corte de digestión?
En verano, hay numerosas situaciones de riesgo que pueden poner en peligro la vida de las personas que se encuentran disfrutando de unos días de vacaciones en la playa, en la piscina o en los ríos de España, junto a su familia y sus amigos. Por ejemplo, en los últimos meses, los ahogamientos se están convirtiendo en uno de los accidentes más comunes en el territorio español. Sin ir más lejos, las muertes por esta causa ya alcanzan la salvaje cifra de 248 víctimas en el último año.
No obstante, no hablaremos de ahogamientos, sino del síndrome de la inmersión y el corte de digestión, dos problemas de actualidad después que, el pasado 16 de julio, un niño de 4 años muriera por un síndrome de inmersión, después de ser rescatado dos días antes en una piscina de Murcia. Una noticia que ha causado conmoción entre vecinos y ha generado dudas sobre qué es este síndrome, por qué se produce y qué diferencias tiene con el corte de digestión.
Según informó el Centro de Coordinación de Emergencias, la pequeña víctima fue rescatada inconsciente, pero terminó muriendo a los dos días por un síndrome de inmersión o hidrocución. Este síntoma se conoce popularmente como "corte de digestión", pero nada tiene que ver. Los propios médicos y expertos insisten que no es adecuado utilizar este término, ya que no se trata de un problema del sistema digestivo.
Entonces, ¿qué es el síndrome de inmersión o, también conocido como hidrocución? No es otra cosa que un fallo del sistema cardiorrespiratorio. Esta señal aparece cuando hay una inmersión en el agua y se produce un choque térmico a causa de la gran diferencia de temperaturas que hay entre el exterior y el interior del agua.
El contacto de la piel con el agua fría puede generar vasoconstricción. Es decir, los vasos sanguíneos de la piel, los cuales se encontraban dilatados para favorecer la pérdida de calor, se cierran de forma brusca por las altas temperaturas o el ejercicio y se genera una sobrecarga súbita e intensa en el corazón. De esta manera, el contacto de las vías respiratorias con la bajada de temperaturas crea un parón en la función respiratoria, causando una disminución importante del flujo sanguíneo y oxigenación en los órganos.
A causa de ello, se puede perder el conocimiento y sufrir un ahogamiento. Además, las víctimas también pueden presentar palidez, escalofríos, visión nublada, mareos, náuseas y vómitos, entre otros síntomas. En conclusión, a diferencia del corte de digestión, no se trata de un problema digestivo sino de una reacción ante un cambio de temperatura brusco.
No existe. Según la Sociedad Española de Médicos de Urgencias y Emergencias (SEMES), "existe un consenso generalizado, y así ha sido publicado en una revisión de Chambers a para la American Red Cross, en que no hay ninguna contraindicación para bañarse tras comer". Sin embargo, debemos puntualizar algo: aunque la hidrocución no esté relacionada con el aparato digestivo y el corte de digestión no exista, si ingerimos una comida copiosa puede subirnos significativamente la temperatura corporal, sobre todo, en niños, cuyo volumen corporal es menor y la sangre acumulada en el estómago puede no refrigerar bien el resto del cuerpo.
Por este motivo es recomendable, a modo preventivo, que, si sabemos que el agua está fría, nos abstengamos y evitemos bañarnos en la playa o la piscina. Al menos, según las recomendaciones de la Cruz Roja, deberíamos esperar mínimo hasta una hora y media después de la ingesta de comida.