DANA EN VALENCIA
Los efectos de la DANA en Valencia siguen trayendo cola. Ahora, uno de los mayores riesgo está en el ambiente, que podría ser peligroso para la salud de los bebés y niños cuya inmunidad no está todavía desarrollada. Te cuento cómo protegerlos.
Hace ya más de una semana de la DANA que ha azotado a muchas poblaciones de nuestro país y nos ha dejado al resto con el corazón en un puño. Esta catástrofe medioambiental ha afectado la vida de más de 400.000 personas que luchan día a día para conseguir recuperar algo de su normalidad después de haber perdido todo (o casi todo). Dentro de esta desgracia no debemos olvidar que uno de los grupos más vulnerables son los niños cuya salud física y mental está en riesgo por las condiciones medioambientales en las que viven ahora mismo.
Después de la situación de extrema gravedad inicial durante la riada, donde el mayor riesgo estaba en los traumatismos graves y ahogamientos, actualmente aparecen los siguientes riesgos por el ambiente insalubre en el que viven estos bebés y niños cuya inmunidad no está todavía desarrollada.
En esta segunda fase aumenta de forma muy importante el riesgo de contraer infecciones tanto por vía gastrointestinal, como respiratoria o por heridas.
Las gastroenteritis y diarreas graves pueden aparecer debido a la ingesta de agua contaminada con restos fecales, restos de animales muertos, restos de alimentos en descomposición y sustancia químicas. Esto hace que el agua del grifo no sea segura para el consumo.
Para prevenir estas infecciones la recomendación más importante es beber agua embotellada hasta que se compruebe la calidad del agua potable. Así mismo se debe usar agua embotellada para lavarse los dientes, las manos y cocinar.
Es de vital importancia también lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o utilizar gel hidroalcohólico antes de comer o llevarse las manos a la boca.
Igualmente, no se debe ingerir ningún alimento que haya entrado en contacto con el agua de la inundación.
Para asegurar la correcta alimentación de los bebés más pequeños hay que intentar mantener la lactancia materna en aquellos niños que la hayan iniciado porque no precisa preparación y porque mejora el sistema inmunitario. En aquellos que tomen lactancia artificial es preferible el uso de fórmulas ya preparadas que impidan su manipulación. Si no hay acceso a ellas, la preparación con leche de polvo debe hacerse siempre con agua embotellada y consumir la mezcla inmediatamente después de la preparación.
Las infecciones respiratorias pueden aumentar debido a la presencia de partículas contaminantes en suspensión y a la humedad en las viviendas que hagan que proliferen los hongos.
Se pueden producir enfermedades respiratorias de vías altas y bajas como rinitis, faringitis, conjuntivitis o exacerbaciones del asma.
Para prevenir estas infecciones los niños deberían usar mascarillas en el exterior y en ambientes muy húmedos sobre todo si son alérgicos o tienen alguna enfermedad respiratoria de base.
Las viviendas requieren una limpieza profunda para evitar el crecimiento de los hongos, retirando los muebles mojados y utilizando agua jabonosa o lejía para la limpieza de superficies.
La ropa usada en contacto con el barro se debe desinfectar con agua caliente y detergente.
Pueden ser frecuentes las heridas por contacto con objetos contaminados. Para limpiar estas heridas se deben lavar bien con agua embotellada y jabón y cubrir con vendajes limpios resistentes al agua. Si los niños están correctamente vacunados no debe preocuparnos la infección por tétanos, pero si la herida está roja, hay supuración, presenta fiebre o hay algo clavado, se debe consultar con un equipo médico.
Es muy recomendable que los niños utilicen un calzado adecuado (botas de agua) cuando salgan a la calle para evitar resbalones y aislar el contacto del pie con la humedad.
Los niños no deben colaborar en las tareas de limpieza al ser más vulnerables a las infecciones y no protegerse bien. Tampoco deben jugar en sitios con escombros por peligro de plagas o enfermedades transmitidas por insectos o animales (mosquitos, ratas…).
Otra medida esencial para la salud de los más pequeños es garantizar el suministro de alimentos especiales y medicamentos a aquellos con problemas de salud crónicos así como facilitar el acceso de los menores a los servicios médicos.
No nos podemos olvidar del impacto emocional que supone vivir una catástrofe como esta. La tragedia puede suponer un trauma importante para los más pequeños viéndose fuertemente influenciados por la reacción de sus padres al desastre. Pueden manifestar alteraciones del sueño como insomnio o pesadillas. Pueden presentar miedo, angustia o terror. Pueden estar en duelo por la pérdida de un ser querido o aferrarse a sus padres por miedo a que pase algo. Puede haber un retroceso madurativo con actitudes más infantiles o volverse más agresivos o con rabietas. Pueden empezar a presentar síntomas somáticos como dolores de cabeza o abdominales.
Si estos síntomas se mantienen en el tiempo se debe buscar ayuda especializada por el riesgo de que los problemas de salud mental se hagan crónicos.
Mientras tanto, los adultos deben explicar a los niños lo que ha pasado en un lenguaje entendible según su edad, responder siempre a sus preguntas de forma clara y sincera y facilitar un espacio para que expresen sus emociones.
Es importante intentar recuperar los espacios escolares y de juego lo antes posible asegurando que estén libres de peligros medioambientales para ir recuperando algo de normalidad.