MEJORÍA EN LA EXPRESIÓN
La parálisis facial se ha relacionado con infecciones víricas y bacterianas, con traumatismos o tumoraciones o de causa desconocida. Actualmente, se trata de diversas formas y una de ellas es con toxina botulínica.
La parálisis facialperiférica se trata de una lesión del nervio facial en uno de los puntos de su recorrido cuando sale del cráneo y que se manifiesta como debilidad o falta de movilidad de los músculos de un lado de la cara que están inervados por este nervio.
Cuando no se identifica una causa clara de la parálisis se denomina parálisis de Bell. Puede afectar tanto a niños como a adultos. Su pronóstico varía de la causa y del tiempo de evolución.
Se ha relacionado un mejor pronóstico con la instauración temprana de antiinflamatorios (corticoides) y tratamiento de la causa si existe.
La parálisis facial se ve manifestada como una asimetría en la expresión facial con dificultad para cerrar uno de los ojos y asimetría en la sonrisa o expresión bucal en reposo.
En muchas ocasiones produce molestias significativas no solo en la parte estética sino también en la funcional por la irritación que se ocasiona en el ojo al no poder cerrarlo de forma adecuada.
Aunque en muchas ocasiones la parálisis facial se resuelve sin dejar secuelas, en algunas personas pueden quedar secuelas como hipertonía o aumento del tono muscular del lado contrario a la parálisis o movimientos involuntarios como reflejos al mover otro músculo inervado por el nervio facial, por ejemplo, cerrar el ojo al sonreír o viceversa.
La toxina botulínica ha demostrado ser eficaz y segura para el tratamiento de la asimetría y la sintomatología mencionada por la parálisis facial persistente.
La toxina botulínica es un neuromodulador que induce la relajación muscular en aquellos músculos en los que se aplica. En el caso de la parálisis facial, se inyecta en los músculos que están más activos de lo normal y causan un desbalance disminuyendo la contracción muscular excesiva y logrando una expresión facial más relajada y armónica.
El inicio del efecto y su duración suele ser similar a la que vemos en el tratamiento de arrugas de expresión, siendo visible los efectos a partir de las 48-72 horas, con el resultado final a las 2 semanas y una duración del efecto entre 4 y 6 meses.
Es fundamental que el tratamiento se realice en manos expertas conocedoras de la anatomía y expresión facial, así como de un adecuado manejo de la toxina botulínica para evitar posibles complicaciones.