Dejar esta delicia tiene un efecto rebote
¿Vas a abandonar el chocolate para perder unos kilitos? Ojito con lo que haces, porque cuando abandonas la dieta libre de cacao no podrás parar de comerlo. No lo decimos nosotros, lo dice un estudio de la Universidad de Salzburgo, en Austria.
Cuidado con las dietas de choque. A veces nos venimos arriba y decimos "en una semana no vuelvo a probar el pan" o "paso de los bolsones de patatas fritas que me meto entre pecho y espalda en los próximos 15 días". Allá tú porque es posible que durante el tiempo de abstinencia todo vaya bien, pero al volver a la rutina quizá comiences a sentir algo que no te ocurría antes: un ansia loca por el alimento prohibido.
No lo decimos nosotros, estas conclusiones vienen de un estudio publicado por la Universidad de Salzburgo (Austria), que ha sido capaz de concluir cómo dejar durante una semana el chocolate tiene un efecto rebote que te puede tener comiendo onzas día y noche. La investigación se llevó a cabo con 29 mujeres que habitualmente comían chocolate como parte de su dieta. En todos los casos, se determinó que una abstinencia de una semana desarrollaba las hacía más vulnerables a la tentación. Una vez finalizado el experimento, se les daba acceso ilimitado a chocolate y comían más que antes de iniciar la minidieta de siete días. Vamos, que se hubieran liado a hacer coulants de chocolate como si no hubiera un mañana.
Es más, estas mujeres no solo desmostraban una mayor apetencia por el chocolate sino por cualquier otra comida con un alto contenido en calorías como patatas fritas o tortitas. Era ver una foto de cualquier de ellas y comenzar a babear. En el caso de las mujeres que no habían realizado el parón, seguían consumiendo las mismas cantidades de chocolate que antes. "Lo que indica el estudio es que la privación de un elemento en una dieta amplia hace que acabemos deseándolo más. Es mucho mejor tomar cantidades más pequeñas de dicho alimento que eliminarlo totalmente", explica Jens Blechter, profesor asociado de Psicología de la Universidad de Salzburgo y participante en el estudio.
Pero, ¿cuál es la explicación? Al parecer, son las hormonas intestinales las que notan que se está privando al cuerpo de una determinada sustancia y envían entonces una comunicación al hipotálamo y a los sistemas superiores del cerebro, que generan esa respuesta de mayor interés por una comida determinada. Al mismo tiempo, esta adaptación hormonal sucede en paralelo con cambios en otros sistemas de respuesta como la evaluación de la comida, salivación, la experiencia visual así como la actividad del sistema de recompensa del cerebro. ¿Demasiado complejo? Al final, todo se reduce a aquello de que la fruta prohibida es la que mejor sabe...