CÓMO ACTUAR
Existen dos formas de envejecimiento que afectan a nuestra piel. Una avanza sin que apenas nos demos cuenta, y la otra llega de forma repentina, dejando su huella. Te explicamos qué los provoca, cómo identificarlos y los mejores cuidados para mantener una piel sana y radiante.
Si hay algo peor que notar una arruga nueva, es no haber visto venir su llegada. El envejecimiento silencioso es exactamente esto, ese proceso que actúa de manera discreta, casi invisible, con el paso del tiempo. "Ocurre poco a poco, desencadenando signos de la edad como líneas de expresión más marcadas o manchas persistentes durante todo el año", explica Lara González, cosmetóloga de Byoode.
Normalmente, empezamos a notar sus efectos a partir de los 30 años. Es cuando esas pequeñas arrugas que antes solo se veían al sonreír comienzan a quedarse de manera fija. Además, las manchas solares dejan de ser cosa exclusiva del verano y aparecen de manera más habitual. Lo peor es que este envejecimiento progresa sin hacernos mucho ruido, por lo que no somos conscientes de su impacto hasta que ya está muy avanzado.
En el otro extremo está el envejecimiento ruidoso, que no necesita presentación. Este aparece de golpe y se hace notar con arrugas más profundas, manchas intensas y una pérdida de firmeza evidente. Según Raquel González, directora técnica de Perricone MD, suele ocurrir a partir de los 45 años y "en el caso de las mujeres, muy vinculado a la menopausia y a la pérdida de colágeno que conlleva la bajada de estrógenos".
Pero no siempre se debe a los cambios hormonales. "Momentos de estrés muy marcado también pueden desencadenar cascadas de envejecimiento en fases más tempranas, debido a los niveles elevados de cortisol", añade Marta Agustí, dermocosmética de Omorovicza. En estos casos, los cambios son tan rápidos y evidentes que es difícil ignorarlos: líneas profundas, flacidez y una piel visiblemente más apagada.
Aunque los efectos al final son los mismos, el enfoque para tratarlos según cada tipo de envejecimiento es distinto. Si tu piel está experimentando un envejecimiento silencioso, la clave está en la prevención. Lara González recomienda usar antioxidantes como las vitaminas C y E, junto con protección solar diaria. "También es útil incorporar retinoides en concentraciones bajas o exfoliantes suaves como hidroxiácidos para mantener la piel renovada", explica.
En cambio, para el envejecimiento ruidoso, necesitamos un arsenal más potente. "Los retinoides en concentraciones altas, los péptidos regeneradores y los cosméticos con factores de crecimiento son fundamentales", señala Raquel González. Además, las texturas más ricas y nutritivas se convierten en nuestras aliadas, ya que este tipo de envejecimiento tiende a reducir los lípidos de la piel, comprometiendo su hidratación.
El cuidado de nuestra piel también pasa por controlar de lo que consumimos. Sole Urrutia, directora nutricional de Advanced Nutrition Programme, destaca el papel de la suplementación. Para el envejecimiento silencioso, sugiere antioxidantes y probióticos como la vitamina C o la astaxantina, que equilibran y protegen la piel.
En el caso del envejecimiento ruidoso, los suplementos ricos en omegas, ácido hialurónico y vitamina A son esenciales para reparar y nutrir la piel desde dentro. Así que, además de cremas y sérums, no olvides cuidar tu dieta.