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Los vecinos de Barreiros, sin agua para uso no prioritario por la llegada masiva de turistas a Galicia

Aunque el turismo tiene consecuencias positivas para la economía y el empleo, el aumento de población en algunas zonas de Galicia también genera inconvenientes a los vecinos.

Parece que el turismo comienza a repuntar en Galicia. El número de visitantes se dispara este verano, el segundo desde que comenzó la pandemia. El balance del mes de junio, último del que se tienen datos del INE, ha sido positivo. Indica que la ocupación hotelera llegó en la región al 60%. Una cifra muy similar a la de 2019.

En el municipio pontevedrés de Sanxenxo, localidad turística por excelencia de la comunidad, se rozó, según los datos facilitados por el Consorcio de Empresarios Turísticos, el 75% de la ocupación hotelera en el mes de julio. Prácticamente la misma cifra del último verano pre-pandémico, el de hace dos años. Unos datos que han mejorado en la primera quincena de agosto, cuando creció la ocupación hasta el 80%. Sucede lo mismo en otros puntos de la costa gallega, que reciben durante estos meses a un gran número de visitantes nacionales, principalmente procedentes de Madrid, Castilla y León, País Vasco, Asturias, Castilla La Mancha e incluso de Galicia.

Consecuencias negativas del turismo

El impacto positivo para la economía y el empleo en estas zonas turísticas es indiscutible. Sin embargo, muchos de estos municipios, que llegan a triplicar su población durante los meses de verano, se enfrentan también a serios inconvenientes derivados de esta masificación turística.

En las autovías de las comarcas de O Salnés y O Barbanza es habitual encontrar tráfico denso desde primera hora de la mañana y grandes atascos para llegar o salir de las playas. El incremento de vehículos conlleva, además, una dificultad añadida a la hora de buscar aparcamiento. Tarea complicada incluso en los parkings públicos donde es habitual encontrar el cartel de completo. Tampoco es fácil disponer de una mesa para comer o cenar en algún restaurante sin realizar una reserva previa. E incluso en días puntuales, tener un hueco para la toalla en el arenal manteniendo la distancia de seguridad se convierte en misión imposible.

Además, en algunos municipios como el de Barreiros, en Lugo, se ha prohibido el uso no prioritario de agua. Los residentes no pueden llenar sus piscinas o regar sus jardines. Así se espera garantizar el suministro en la localidad durante los meses de mayor presencia de turistas.

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