Natalidad
En la aldea de Pigarzos, marcada por la emigración y el frío, se está criando el primer recién nacido de las últimas dos décadas.
A pesar de que sus antepasados emigraron a México e incluso su padre haya nacido allí, Álvaro Vaqueiro Pacheco tiene origen en la aldea de Pigarzos. Y aunque sus padres, Enrique y Tamara, vivan en O Porriño, principalmente por cuestiones laborales, han querido criar a su primer hijo aquí, en la aldea natal de los abuelos y padres de Enrique. Coincide que es, además, la aldea más fría del ayuntamiento de A Lama, en Pontevedra.
Se llama igual que su bisabuelo, pero se llevan 87 años. De hecho, en la aldea hay doce personas (de 30 en total) que pasan de los 80 años, incluso una de 102. Así que el pequeño Álvaro es el que tiene a todos los vecinos y vecinas asombrados, ya que hace 20 años que no ven a un niño tan pequeño criarse en la aldea. “Hay gente emigrada en México que tiene niños y los trae luego en verano, hay otra gente que los tiene en Pontevedra y luego vive en otras zonas, pero lo que es criar, aquí hace 20 años que no se cría un niño”, explica su padre, Enrique. De hecho, sentencia: “Ver un niño de dos días en Pigarzos hacía 20 años que no ocurría”.
“En las aldeas pasa algo que se está acabando y es que la gente es muy dada a hacer visitas”, explica Enrique, “el segundo día que estuvo el niño en casa igual éramos 12 o 14 personas aquí en casa, otros días 18”. “La gente en las aldeas es muy dada a venir sin avisar, ver al niño, querer cogerlo… y a mí, en particular, me gusta mucho porque es como una vida de barrio”, añade. De hecho, no hay casa de Pigarzos que no haya visitado ya al pequeño Álvaro.
Enrique y Tamara están empadronados en Pigarzos, A Lama, y antes de la llegada del pequeño ya venían aquí todos los fines de semana desde O Porriño, donde residen habitualmente por su trabajo. Ahora también han registrado aquí a Álvaro y pretenden vivir aquí los tres, aprovechando la tranquilidad del rural, hasta que se les acaben los permisos de paternidad y maternidad. “Es un ayuntamiento que cada año pierde población, así que por lo menos ponemos nuestro grano de arena”, dice alegre Enrique.
Aunque no vayan a vivir en Pigarzos indefinidamente, ya que les es inviable al tener sus trabajos en O Porriño, seguirán viniendo todos los fines de semana con el pequeño, quien desde luego, tendrá amigos y amigas. Son varias las familias que viven en ayuntamientos diversos de Pontevedra (y también en México) y que van a Pigarzos los fines de semana o en verano. De hecho, hace unos meses nacía una niña prematura cuyos padres querían hacer como Enrique y Tamara: criar en la aldea a su retoño. Pero, al haber nacido antes de tiempo, suponía un riesgo exponerla a las bajas temperaturas de la aldea. Sin ir más lejos, esta noche estuvieron a cuatro grados bajo cero.
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