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Día del Abrazo

Los abrazos son medicina y su clave es la oxitocina

Como cada año, el 21 de enero se celebra el Día del Abrazo. Un gesto de cariño que, además, es terapéutico gracias a la oxitocina, un neurotransmisor que ofrece múltiples beneficios para la salud.

Los hay que acompañan, que despiden. También los hay de reencuentro y alegría. Pueden tener muchos significados, pero los abrazos siempre son muestras de cariño. Y sobre todo, son sanadores. En todos los sentidos.

"Está demostrado que el abrazo alivia el dolor físico", explica la psiquiatra y escritora Marian Rojas Estapé. Y la explicación está en todas las sustancias que el organismo libera cuando se produce un abrazo. Dopamina, serotonina, endorfinas... son neurotransmisores que producen un efecto calmante, analgésico, ocasionando una sensación de bienestar.

"La oxitocina es la clave de los abrazos. Reduce el estrés y la ansiedad"

Marian Rojas Estapé, psiquiatra y escritora

Pero lo que se produce sobre todo cuando hacemos ese gesto es oxitocina, una sustancia que actúa como hormona y neurotransmisor y que es "la clave de los abrazos". "Cuando uno libera oxitocina puede bajar los niveles de estrés , de tensión, de ansiedad. Esa persona puede dormir mejor, y sentir que su sistema inmune se regula", explica la doctora Rojas. "Quienes reciben abrazos se sienten mejor tanto psicológica como físicamente".

Ocho abrazos al día, durante ocho segundos

¿Cuánto tiene que durar un abrazo para producir ese alivio? Según estableció el investigador estadounidense Paul J. Zak, a partir de ocho segundos los niveles de estrés empiezan a disminuir. Y a partir de veinte, se produce un estado de relajación y de calma. Otra medida son los abrazos diarios. Según la psicoterapeuta Virginia Satir, necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos y doce para crecer.

"Investigamos la oxitocina para descubrir posibles alteraciones sociales"

Sandra Jurado, investigadora del CSIC

En el Instituto de Neurociencias del CSIC se investiga la oxitocina. "Trabajamos con técnicas 3D en circuitos cerebrales, para ver cómo se forman durante el desarrollo y poder identificar posibles alteraciones y trastornos sociales", relata Sandra Jurado, directora del departamento de Neurobiología Celular y de Sistemas del Instituto de Neurociencias del CSIC-UMH.

Pero en el abrazo no solo influyen los circuitos neurales. También lo hacen los estilos de crianza, los vínculos de apego y las experiencias infantiles. "A nivel bioquímico todos somos iguales, pero no todos abrazamos con la misma intensidad ni la misma cantidad de veces", explica la psicoanalista Susana Ruiz.

"Los abrazos que nos han dado de pequeños influyen en los que damos de mayores"

Susana Ruiz, psicoanalista

"¿Eso quiere decir que todos los bebés que reciben cariño van a ser cariñosos? No. Pero ayuda bastante cómo nos han cuidado cuando somos pequeños a la hora de relacionarnos cuando somos mayores".

Los abrazos: más oxitocina, menos cortisol

Durante la pandemia echamos mucho de menos los abrazos, y esta ausencia también repercutió en nuestra salud mental. "En ese tiempo nos intoxicamos de cortisol, que es la hormona del miedo, el estrés, la incertidumbre... y nos prohibieron la oxitocina: no te abraces, no te toques", razona Rojas Estapé.

Pero ahora, ¿nos abrazamos lo suficiente? Quizás menos de lo que se recomienda. No se olviden, y no abracen solo hoy por ser este día. Un abrazo, o unos cuantos, siempre son medicina.