FALLECIDOS DE ENTRE 17 MESES Y 77 AÑOS
Más de una decena de niños y una mujer embarazada forman parte de la lista de 26 víctimas mortales de la mayor matanza de la historia de Texas (EEUU), perpetrada este domingo en el templo de la Primera Iglesia Baptista de la pequeña localidad de Sutherland Springs. A pesar de que no existe aún una lista oficial con los nombres de las víctimas de Devin Kelley, el autor de la matanza, familiares y amigos confirmaron a varios medios locales la desaparición de sus seres queridos tras este trágico suceso.
Annabelle Pomeroy, una adolescente de 14 años e hija del pastor de la parroquia atacada, Frank Pomeroy, fue la primera víctima del ataque confirmada por su propio padre, que este domingo se encontraba de viaje con su esposa en el estado vecino de Oklahoma. "Era una niña muy bella y especial", declaró el pastor. El tiroteo indiscriminado dentro de la iglesia baptista fue perpetrado por Devin Kelley, un joven blanco de 26 años que mató a tiros a 26 personas inocentes e hirió a una veintena, incluyendo a diez que se encuentran hospitalizadas en estado crítico.
La tragedia se cebó especialmente con la familia Holcombe, residente en Sutherland Springs, que perdió a ocho de sus integrantes de tres generaciones distintas, que como cada domingo habían ido al oficio religioso de una de las iglesias del pueblo. De hecho, uno de los integrantes de la familia, Bryan Holcombe, de 60 años, era hasta este domingo pastor asociado de la parroquia y se disponía a subir al púlpito para dirigirse a la congregación cuando Kelley empezó a disparar, según han explicado sus padres a los medios locales después de confirmar su muerte.
"Fue terrible, había cuerpos por todos lados"
Junto a Bryan fue asesinada la que fue su esposa durante cuatro décadas, Karla, de 58, y uno de los hijos del matrimonio, Marc Daniel, de 36 años. La pequeña Noah, de un año de edad e hija de Marc Daniel, también se encuentra en la lista de fallecidos. Otro hijo de Bryan y Karla, John, sobrevivió al ataque, una suerte que no corrió su mujer embarazada de ocho meses, Crystal, y tres de sus cinco hijos. Otros niños que murieron en el ataque fueron los pequeños Emily, Megan y Greg, que murieron tras ser alcanzados por las balas de Kelley, un exsoldado que había sido expulsado de las Fuerza Aérea.
El rango de edad de las personas fallecidas, que va desde los 17 meses hasta los 77 años, según varios reportes, hace evidente que el asaltante trató de hacer el mayor daño posible sin tener piedad de ninguno de los asistentes a la misa que en esos momentos se oficiaba en el templo. Si se tiene en cuenta lo relatado por los testigos, pocas fueron las personas que quedaron indemnes al ataque, ya que, como cada domingo, en el interior del templo blanco con tejado marrón había poco más de medio centenar de fieles siguiendo el oficio religioso cuando se produjo el tiroteo, a las 11.30 hora local (17.30 GMT).
Entre los feligreses fallecidos está también la ahijada de 13 años de Amanda Mosel, una vecina que este fin de semana no pudo acudir a misa como cada domingo y que confirmó la muerte de la adolescente al diario San Antonio Express-News. Otra residente de Sutherland Springs, Sandy Ward, apuntó en declaraciones al canal de noticias MSNBC que cuatro de sus nietos y su nuera estaban en la iglesia durante el tiroteo. La nuera, Joann, de 30 años, y los pequeños Brooke, de 5, y Emily, de 7, murieron.
La tía de los pequeños, Leslie Ward, señaló al Daily News que fue rápidamente a la escena del crimen después de oír numerosos tiros desde su casa, localizada a pocos metros de la iglesia. "Encontré a mi sobrino Ryland -ahora en estado crítico- dentro de la parroquia luchando por su vida", apuntó. "Fue terrible, había cuerpos por todos lados", añadió Ward. Compuesta básicamente por una oficina de correos, un centro comunitario, una tienda de abastos, un taller de reparación de coches, dos gasolineras, las casas de los vecinos y un par de iglesias, entre ellas la de la matanza, Sutherland Springs era hasta este domingo una tranquila comunidad en la que apenas nunca pasaba nada.