Vicente Vallés
En el número 13 de la calle de Génova, en Madrid, están acostumbrados desde hace unos años a tener más días malos que buenos. Hoy ha sido uno de esos días malos. El Partido Popular trataba en las elecciones catalanas de no caer más de lo que ya había caído últimamente, pero el suelo electoral estaba todavía más abajo y ahora toca analizar la debacle y sacar conclusiones.
Pablo Casado ha reunido al Comité Ejecutivo nacional del partido con todos los ojos y todos los oídos puestos en él: en su análisis del resultado electoral y en las propuestas que pudiera hacer para salir de esta situación. Todo ello, a sabiendas de la creciente desconfianza que su liderazgo provoca en un sector de su partido.
Casado insiste en lo que ya dijo su número dos, Teodoro García Egea, en la noche electoral: la culpa la tiene Bárcenas y la Fiscalía por sacar al extesorero a los titulares justo en medio de la campaña electoral. A esto, Casado ha intentado responder con golpes de efecto, más que con decisiones de contenido: cambian de sede y se niegan a hablar de Bárcenas.
Con nueva sede y negándose a dar explicaciones sobre Bárcenas, Casado hace un nuevo intento, y ya van unos cuantos, de romper con el PP del pasado, algo que no ha conseguido en sus cerca de 3 años al frente del partido.