LO PONE A DISPOSICIÓN DEL ESTADO

El Rey renuncia al uso de su yate, el "Fortuna"

El yate de recreo, donado a la Casa Real en el año 2000 y considerado el más veloz de su época, costó entonces unos 3.000 millones de pesetas (18 millones de euros). Habitual en los veraneos mallorquines de la Familia Real, en los últimos tres años sus movimientos se han ido restringiendo por el alto coste que supone llenar sus depósitos.

Don Juan Carlos ha renunciado al uso del yate "Fortuna", donado a Patrimonio Nacional hace doce años para uso de la Familia Real por un grupo de empresarios de Baleares en colaboración con el Gobierno regional, según han informado fuentes de la Casa del Rey. El jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, se ha dirigido al presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, para pedirle que proceda a iniciar los trámites para la "desafectación" de esta embarcación como bien de este organismo.

Una vez comunicada la decisión del Monarca, corresponderá a Patrimonio la aprobación de la desafectación. El "Fortuna", un yate de alta velocidad y 41 metros de eslora, fue donado en el año 2000 para uso de la Familia Real por la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares, presidida por Carmen Matutes, que contaba entre su treintena de patronos con los máximos responsables de Sol Meliá, Barceló, Globalia, la Caixa y la Caja de Ahorros de Baleares "Sa Nostra".

El yate costó en su día unos 3.000 millones de pesetas -equivalentes a 18 millones de euros- y fue encargado en 1997 a los astilleros Bazán en San Fernando (Cádiz) para sustituir al anterior "Fortuna", donado en 1979 por el rey saudí Fahd, que a su vez reemplazaba a otra embarcación con el mismo nombre que don Juan Carlos utilizaba en aguas de Baleares desde agosto de 1976.

Con un casco de aluminio y un peso de 35,4 toneladas, la embarcación puede alcanzar los 130 kilómetros por hora, dispone de un calado de 1,47 metros y 9,2 metros de carga máxima y cuenta con un salón, un comedor, una cocina y cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros, así como con otras tres estancias para la tripulación, que puede estar compuesta por ocho personas.

La treintena de empresarios integrantes de la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares decidieron donar el yate para uso del Rey "como muestra de reconocimiento" por sus "continuas pruebas de aprecio" al archipiélago y sus habitantes, según explicó la entidad en un comunicado hecho público el 19 de junio del 2000, con motivo de la presentación del barco a los medios de comunicación. El "Fortuna" había llegado a la base naval de Porto Pi, en el puerto de Palma, el día anterior, procedente de Algeciras, donde había tenido que realizar una escala técnica debido al temporal de levante que azotaba el Estrecho de Gibraltar.

El yate ha sido habitual en los veraneos mallorquines del Rey y de la Familia Real y siempre en el punto de mira de los intrépidos "paparazzi" afanados en captar fotos exclusivas de sus ocupantes. Las salidas a la isla de Cabrera, con buena parte de la Familia Real a bordo, se repetían verano tras verano, así como las travesías del Rey, bien con testimonio gráfico o de carácter más privado.

Sin embargo, en los últimos tres años los movimientos del "Fortuna" se han ido restringiendo progresivamente, entre otras razones por el alto coste que supone llenar sus depósitos, unos 26.000 euros, de manera que la embarcación pasa la mayor parte del año atracada en su base de Porto Pi, ajena a las miradas.

La última vez que el Rey se hizo a la mar en el "Fortuna" fue el 13 de agosto del año pasado, muy temprano, acompañado tan sólo por la tripulación. Fondearon en el norte de la isla, cerca del cabo Formentor, y por la tarde el yate regresó a puerto en lo que ahora será su última singladura con el patrón más ilustre.

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