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Pedro Sánchez no dimite como presidente del Gobierno: qué pasa ahora

Pedro Sánchez ha comunicado este lunes su continuidad al frente del Gobierno de España.

Pedro Sánchez en el SenadoEFE

Ya han transcurrido los cinco días de reflexión que el presidente del Gobierno anunció que se tomaba el pasado miércoles a través de su carta a la ciudadanía. Han sido cinco días marcados por la incertidumbre en los que en la calle el debate estaba servido. Ahora, ya hay respuesta: Sánchez continúa la frente del Ejecutivo "con más fuerza si cabe" tras lo que ha considerado una campaña de acoso y derribo contra él y contra su esposa, Begoña Gómez.

Los hechos que detonaron esta situación, explicaba Sánchez, fue la denuncia presentada por 'Manos Limpias' contra Begoña Gómez por presunto tráfico de influencias y corrupción, una investigación que pocas horas después la Físcalía de Madrid decidía archivar.

Pedro Sánchez ha anunciado su decisión con una declaración institucional desde el Palacio de la Moncloa, donde desde primera hora de la mañana se han visto movimientos: "He decidido seguir con más fuerza si cabe al frente de la Presidencia del Gobierno de España", señalaba contundente tras precisar algunas reflexiones que ha hecho estos días preguntándose si merecía la pena continuar o no.

El jefe del Ejecutivo ha querido dejar claro con su anuncio que su decisión "no supone un punto y seguido", sino que "es un punto y aparte, se lo garantizo", ha precisado antes de mostrar su compromiso de trabajar "sin descanso, con firmeza".

Qué pasa ahora

El presidente del Gobierno no dimite, ¿qué pasa ahora? La realidad es que, tras su comparecencia, Pedro Sánchez deja claro que seguirá al frente del Ejecutivo. Desde que comunicó este periodo de reflexión, la incertidumbre ante el futuro más inmediato del país era máxima.

Había varios escenarios posibles. Finalmente, parece que se ha dado el más sencillo, el que no implica cambios en la composición del Gobierno de España.

La decisión de Pedro Sánchez

Sánchez considera que solo existe una manera de revertir "esta situación": que la mayoría social "como ha hecho estos cinco días se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo".

El presidente del Gobierno ha precisado que el paso que ha dado es debido a motivos personales, unos motivos que considera que todo el mundo puede entender y sentir como propios porque "responden a valores troncales de una sociedad solidaria y familiar como es la española".

"Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser", ha añadido antes de asegurar que España necesita una "reflexión colectiva" que ya habría comenzado a hacer en estos cinco días. Para Sánchez, España lleva "demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente" la vida política, "contaminándonos de prácticas tóxicas inimaginables" hace apenas unos años.

"Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola", ha señalado, antes de agradecer "de corazón" las muestras de solidaridad y de empatía que han recibido desde los diferentes ámbitos sociales. También ha agradecido a su "querido partido socialista" el apoyo recibido estos días.

El discurso íntegro de Pedro Sánchez

A continuación, puedes leer el discurso al completo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

"Buenas tardes, como saben, el pasado miércoles escribí una carta dirigida a toda la ciudadanía. En ella les planteaba si merecía la pena soportar el acoso que desde hace 10 años sufre mi familia, de presidir el gobierno de España. Hoy, tras estos días de reflexión, tengo la respuesta clara.

Si aceptamos todos, como sociedad, que la acción política permite el ataque indiscriminado a personas inocentes. Si consentimos que la contienda partidista justifique el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas, entonces no merece la pena.

Si las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias, entonces no merece la pena. Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta.

Y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento. Tal y como les anuncié, necesitaba parar y reflexionar sobre todo ello. Y sé que la carta que les envié pudo desconcertar, porque no obedece a ningún cálculo político. Y es cierto.

Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible. He reconocido ante quienes buscan quebrarme, no por quién soy, sino por lo que represento, que he dudado. Esta situación, que no deseo a nadie. También porque, sea cual sea nuestro oficio, nuestra responsabilidad laboral, vivimos en una sociedad donde sólo se nos enseña y se nos exige mantener la marcha a toda costa.

Pero hay veces en que la única forma de avanzar es detenerse, reflexionar y decidir con claridad por dónde queremos caminar. He actuado desde una convicción clara, o decimos basta o esta degradación de la vida pública determinará nuestro futuro, condenándonos como país.

Es cierto que he dado este paso por motivos personales, pero son motivos que todo el mundo puede entender y sentir como propios, porque responden a valores troncales de una sociedad solidaria. Y familiar, como es la española, porque esto no es una cuestión ideológica. Estamos hablando de respeto, de dignidad, de principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad.

Esto nada tiene que ver con el legítimo debate entre opciones políticas. Tiene que ver con las reglas del juego. Si consentimos que los bulos deliberados dirigen o dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro estado de derecho, si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido, si en definitiva permitimos que la sin razón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia.

Exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores, y confundir libertad de expresión con libertad de difamación es una perversión democrática de desastrosas consecuencias.

Por tanto la pregunta es sencilla ¿queremos esto para España? Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos 10 años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella.

Lo importante, lo verdaderamente trascendente, es que queremos a España. Quiero agradecer de corazón las muestras de solidaridad y de empatía que hemos recibido de todos los ámbitos sociales. Lógicamente me van a permitir un agradecimiento especial a mi querido Partido Socialista.

La movilización social que ha influido decisivamente mi reflexión y que vuelvo a agradecer, quiero compartir con todos ustedes lo que finalmente he decidido. De ello he informado previamente al Jefe del Estado esta misma mañana. He decidido seguir, seguir con más fuerza si cabe al frente de la presidencia del Gobierno de España.

Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo.

Asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades. Asumo la decisión de continuar con más fuerza si cabe al frente de la presidencia.

Solo hay una manera de revertir esta situación. Que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, , se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo.

Porque esto no va del destino de un dirigente particular. Eso es lo de menos. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser. Y creo que nuestro país necesita hacer esta reflexión colectiva. De hecho, durante estos cinco días ya hemos comenzado a hacerla. Una reflexión colectiva que abra paso a la limpieza, a la regeneración, al juego limpio.

Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente la vida política, la vida pública, contaminándonos de prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años. Apelo, en consecuencia, a la conciencia colectiva de la sociedad española. Una sociedad que, desde el acuerdo generoso, supo sobreponerse a las terribles y profundas heridas del peor de sus pasados.

Una sociedad que consiguió vencer de manera ejemplar todos los desafíos democráticos que sufrió. Que superó con éxito una pandemia. Que, pese al difícil contexto geopolítico que sufrimos con guerras en Oriente Medio y en Ucrania, vive un muy buen momento económico. Y respira paz social. Una sociedad que asombró al mundo por su aceptación entusiasta de los derechos y de las libertades pasando de ser un país oscuro a un referente internacional de libertades y de democracia, de progreso y de convivencia.

Hoy pido a la sociedad española que volvamos a ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso y herido, porque los males que nos aquejan no son ni mucho menos exclusivos de España. Forman parte de un movimiento reaccionario mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad, el odio y la apelación a miedos y amenazas que no se corresponden ni con la ciencia ni con la racionalidad.

Mostremos al mundo cómo se defiende a la democracia. Pongamos fin a este fango de la única manera posible, mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del Gobierno de España. Gracias".

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