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Crecen las primeras plataneras sobre la lava del volcán de La Palma

Dos años y medio después de la erupción, la vida se abre paso entre las coladas del volcán de La Palma.

Los agricultores de la isla de La Palma se reinventan, renacen de sus cenizas cual Ave Fénix y han recuperado la ilusión por volver a tener lo que hace dos años y medio el volcán les quitó casi en un abrir y cerrar de ojos. Tan solo 30 meses después de la erupción, las fincas que en su día vestían de verde todo el Valle de Aridane, vuelven a replantarse y ya están creciendo sobre la colada las primeras plantas ya están creciendo en la zona de Tazacorte, en concreto en la fajana de Las Hoyas. Los agricultores creen que en menos de un año estas primeras plantas podrían empezar a dar sus frutos.

Y su optimismo va más allá porque consideran que la riqueza de las tierras basálticas y el calor que emana de ellas podría permitir que aumente la producción llegando a tener hasta tres cosechas cada dos años en lugar de una cada año como hasta ahora.

Esta iniciativa ha sido posible gracias a la inversión de más de 10 millones de euros por parte del Gobierno de Canarias para iniciar la tan ansiada reconstrucción de la isla. Fondos que se han materializado en la concesión de las licencias en tiempo récord para poner en marcha estas fincas sobre la lava y también para facilitar la limpieza de las cenizas de las fincas que no habían sido arrasadas por las coladas. Pero no serán las únicas ayudas, quedan pendientes más colaboraciones para reconstruir carreteras y caminos dañados por el volcán y que daban acceso a parcelas que quedaron aisladas.

Así recuperan las tierras arrasadas por la lava

Pero no solo con el trabajo de las instituciones podrán los agricultores sacar adelante sus plantaciones. El mayor esfuerzo se hace precisamente en el campo. Para poder plantar sobre las coladas, es necesario “sorribar” primero todo el terreno. Es decir, romper o rebajar el terreno volcánico para prepararlo con fines agrícolas. Un proceso muy duro y laborioso porque tienen que romper la superficie para después cubrirla o rellenarla con hasta medio metro de material como tierra o escombros con el fin de nivelarla y prepararla para el cultivo.

No es nada nuevo en la isla de La Palma, donde están acostumbrados a “la sorriba” ya que este sistema ha permitido adaptar las áreas afectadas por las erupciones volcánicas anteriores para volver a cultivar en ellas. Así ocurrió con el volcán San Juan en 1949 y más tarde con el Teneguía en 1971. Las fincas que fueron arrasadas por la lava volvieron a dar frutos, dicen los lugareños que los mejores plátanos del mundo son precisamente de terrenos volcánicos.

La última erupción de La Palma, afectó a más de 1.200 hectáreas, de las cuales 365 eran zonas de cultivo, la gran mayoría plataneras. El plan de reconstrucción de la isla pretende recuperar gran parte de todo este terreno perdido bajo la lava.