Medusa inmortal

La medusa inmortal no es el único Benjamin Button del mar, hay otro animal capaz de rejuvenecer

¿Estamos más cerca de encontrar la forma de parar el envejecimiento? Los expertos creen que el paso del tiempo no podrá frenarse aunque se están dando importantes pasos en su desaceleración, uno de ellos estos dos descubrimientos, la medusa inmortal y la 'Mnemiopsis leidyi'.

¿Existe algo o alguien capaz de burlar el paso del tiempo? ¿Podríamos nombrar algo o a alguien que no envejezca? A priori nada de lo que se pasa por mi cabeza sirve, incluso una farola siente cómo los años van oxidando su estructura. El medioambiente suma siglos y siglos, pero todo, todo lo que se me ocurre es sensible, de una u otra manera, al tic-tac del reloj. Sin embargo, la ciencia ha venido a resquebrajar esta afirmación que yo tenía como certeza, y no en una ocasión, al menos en dos.

Resulta que existe una medusa que es capaz de rejuvenecer, es decir, es la 'Benjamin Button' de las medusas. Esto que por sí solo es algo fascinante se supera al descubrir recientemente un tenóforo que realiza un proceso similar de rejuvenecimiento. Empezamos por la 'Turritopsis dohrnii', esta peculiaridad suya ha hecho que algunos la bauticen como la 'gelatina Benjamin Button' o la medusa inmortal, aunque esta última definición tiene matices.

Esta medusa es originaria del Mediterráneo, aunque también se ha visto en el Pacífico, en aguas de Japón y en el Mar Caribe. Es una medusa muy pequeña y selectiva con los sitios que elige para vivir, es en definitiva muy "discreta". Aunque es urticante, porque tiene esas células agujas que inyectan una toxina, lo cierto es que tiene una toxicidad muy baja. El cigoto de una medusa se forma después de que los espermatozoides del macho fecunden a los óvulos de la hembra. Este cigoto crece en forma de larva y va viajando sin rumbo por el mar hasta que se adhiere al fondo marino. Una vez que descansa en el fondo marino, crece hasta formar un pólipo y, cuando llega el momento, se reproduce de forma asexual, liberando pequeñas medusas que crecerán hasta convertirse en adultas, se reproducirán y morirán.

Este es el ciclo de la vida que todos tenemos asumido como habitual, sin embargo, las 'Turritopsis dohrnii', después de reproducirse, no mueren, sino que recorren el camino a la inversa, es decir, en lugar de avanzar hacia la muerte, regresan hacia su nacimiento. Este proceso se puede repetir muchísimas veces, de ahí que la medusa 'Turritopsis dohrnii', se diga, escapa a la muerte. Decíamos antes que su condición de inmortal tiene matices porque evidentemente si sufre un accidente o una lesión puede morir, pero no lo hará por su ciclo biológico.

Un equipo de investigadores de Oviedo, dirigido por Carlos López Otín y cuya primera autora es María Pascual, logró hace un par de años descifrar el genoma de la Turritopsis dohrnii. Desde la Newsletter de Antena 3 entrevistamos a María Pascual y nos preguntamos si, siendo el ADN el cofre en el que se guardan los secretos de la longevidad, y conociendo el de las 'gelatinas Benjamin Button', ¿el misterio de la inmortalidad está al alcance de nuestras manos?

La doctora Pascual se reconoce una apasionada de esta medusa y de las lecciones que nos da. "Yo le hubiese puesto de nombre la medusa que rejuvenece, porque realmente esa es su joya. A mí, me parece fascinante las lecciones que nos da esta medusa, porque al final muere. Todo ser vivo muere. Cualquier ser está conectado a algo mayor, que es el ecosistema. Muere porque hay depredadores, puede haber parásitos que la infecten ... No se libra de la muerte por mucho que rejuvenezca, pero aun así está a merced de la muerte y esto también nos tiene que hacer reflexionar mucho sobre la vida y la muerte. Son dos caras de la misma moneda y no hay una sin la otra".

El descubrimiento de este trabajo de la Universidad de Oviedo ha permitido localizar una serie de variaciones genéticas que contribuyen a su plasticidad biológica y a su longevidad. Por un lado, compararon la 'Turritopsis dohrnii' con la 'Turritopsis rubra' y, por otro lado, hicieron un seguimiento del rejuvenecimiento mirando la expresión de los genes. "Ese estudio de la expresión de los genes es entender que tú tienes un genoma, un libro de instrucciones, pero esas palabras se pueden leer o no. Cada tipo de células puede leer unos genes u otros y nos llamó mucho la atención dos rutas metabólicas, que serían como procesos de genes que se activan y se desactivan, que estaban relacionados con la pluripotencia y con la polycom, que son genes que se apagan y que si estuvieran encendidos nos llevarían a un estado que no permitiría la desdiferenciación celular. Es decir, que una célula especializada retrocede a ser una célula madre. Por un lado, tiene que haber un silenciamiento de estos genes y, por otro, se tienen que activar unos genes que son los de la pluripotencia. La pluripotencia es la capacidad de una célula de convertirse en cualquier célula del cuerpo".

Parece magia, pero no deja de ser el fascinante y sabio mundo de la naturaleza. Sin embargo, hace solo un mes que la 'Turritopsis dohrnii' ha dejado de ser la protagonista, ya que María Pascual nos informa de que un grupo de investigadores de la Universidad de Bergen ha publicado un artículo donde describen el rejuvenecimiento de un tenóforo, "que son como medusas, pero es un grupo mucho más antiguo y que puede pasar de su estadio adulto a su estado larval de forma gradual". Es la 'Mnemiopsis leidyi'. Este descubrimiento tuvo lugar de forma accidental, al parecer uno de esta especie estaba en condiciones de alta tensión ambiental en un laboratorio cuando empezó a manifestar cambios físicos que la devolvieron a una fase larval.

Sabiendo todo esto, ¿encontraremos la piedra filosofal de la eterna juventud? La doctora hace dos matices: "Tenemos que ver a qué nos referimos, si es a pararlo del todo o es a desacelerarlo. Pararlo del todo, creo que no es posible, por una razón muy simple que siempre explicaba mi mentor Carlos Otín. La imperfección es lo que nos lleva a envejecer, lo que siembra la semilla de la enfermedad, pero también lo que nos llevó a evolucionar de una bacteria a un ser humano. Desacelerarlo, cada vez sabemos más y cada vez la esperanza de vida aumenta gracias a la investigación. Hay enfermedades asociadas al envejecimiento en las que se ha avanzado mucho, pero a mi parecer, una cosa es cómo avanzamos en el saber y la otra es el hacer, y, ahí yo veo que son un poco disonantes. Sabemos hacia dónde tenemos que ir, pero al final lo hacemos o no lo hacemos".

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