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El trastorno obsesivo compulsivo de Zuhaitz arruinó su sueño de ser futbolista: "Me ha salvado el humor"
A pesar de que había logrado el que siempre había sido su sueño, acabó convirtiéndose en una pesadilla después de que su ansiedad y los pensamientos intrusivos le hicieran pensar constantemente que iba a fallar, hasta tal punto de fingir una lesión para abandonar el terreno de juego.
Zuhaitz soñaba con ser futbolista de primera y, cuando lo consiguió, se convirtió en su propia pesadilla. Comenzó a tener pánico a las multitudes, a las cámaras y a que lo observaran, algo habitual en estadios de más de 30 mil espectadores.
"Sudaba más con el himno, que jugando el partido", ha confesado. Le abordaban pensamientos intrusivos y sentía verdadero terror a fallar, tanto que incluso llegó a fingir una lesión para salir del campo.
Su ansiedad cada vez iba a más y empezó a lavarse las manos unas 30 o 40 veces al día, comprobaba el gas, la luz, las puertas, una y otra vez. Pero no solo en su vida cotidiana, en el terreno de juego le pasaba lo mismo.
"Tener que cruzar las líneas con el pie derecho todo el rato", además, de ponerlo todo simétricamente porque si no, no era capaz de salir al campo, ha confesado.
El fútbol es un deporte de contacto, y su posición como defensa implicaba ese contacto físico que él comenzó a no soportar. Temía contraer alguna enfermedad.
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Sufría un trastorno obsesivo compulsivo que convirtió su sueño en un verdadero infierno.