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Manuel Zamorano, estilista de Sara Montiel: "Más que su peluquero, me convertí en su confidente"

La artista fue toda una pionera en el mundo del espectáculo. Durante toda su carrera, su derroche de glamour y sensualidad en cada uno de sus estilismos, la convirtió en una gran diva que se atrevió con todo. El estilista, que pasó muchos años con ella, nos ha contado cómo era trabajar con ella.

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Sara Montiel fue toda una pionera en el mundo del espectáculo. Durante toda su carrera, su derroche de glamour y sensualidad en cada uno de sus estilismos, la convirtió en una gran diva que se atrevió con todo.

Su impresionante talento y belleza la llevaron a ser la primera española que conquista Hollywood. Allí se mimetizó con el estilo de los 50, como el de Marilyn Monroe.

En su regreso a nuestro país, protagonizó La violetera, película en la que interpretó su canción más emblemática. De esta manera, creó un estilo único combinando algo tan castizo como una mantilla con algo tan hollywoodense como un vestido de lentejuelas, y los diseñadores de gran prestigio se peleaban por vestirla.

En los 70, con su incursión en el teatro, llegaron las lentejuelas a sus estilismos para quedarse para siempre. Y, cuando alcanzó el medio siglo, Sara demostró con las boas de plumas que la sensualidad no tenía edad.

Si algo no podía faltarle, además, eran sus joyas , llevadas de la manera más ostentosa, que elevaban su excentricismo al máximo nivel luciendo todo junto. Un barroquismo que se acentuó con las pelucas.

En Y ahora Sonsoles hemos recibido la visita de Manuel Zamorano, estilista de Sara Montiel, que ha traído además pelucas, joyas y vestidos que pertenecían a la artista.

Ellos se conocieron cuando él solo tenía 20 años y ella ya tenía 70. "Estaba en su momento álgido", ha dicho. El día que la cantante falleció, le había pedido unas pelucas y, cuando fue a llevárselas, acababa de morir y por eso Manuel se las volvió a llevar.

El estilista pasó muchos años de su vida junto a Sara y, al final, lo de menos era el maquillaje y la peluquería, ha dicho, porque Manuel se convirtió en su confidente.

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