Hablamos con ella
Inmovilizada por una negligencia médica ocurrida hace 10 años: "Es un sinvivir, el dolor es insoportable"
Hace ya una década que Nuria se sometió a una operación que prometía cambiarle la vida a mejor, quitándole todos los dolor que sentía en la espalda a causa de la hernia discal y la enfermedad en las vértebras que padecía. Sin embargo, todo fue a peor.
Hace 10 años, Nuria, de 36 años, se operó de la espalda con la promesa de mejorar su calidad de vida y hacer desaparecer el dolor que sentía. Por el contrario, fue en ese instante cuando comenzó su calvario.
Nuria tenía varias hernias discales y una enfermedad que le afectaba a las vértebras, por eso se sometió a la operación. Todo parecía ir bien, así que se reincorporó a su trabajo como limpiadora en el hospital de Alicante.
Un día sintió un fuerte crujido y se dio cuenta de que se había orinado encima. Comenzaron a hacerle pruebas y se dieron cuenta de que tenía dos tornillos rotos en la columna vertebral.
"No puedo hacer nada de lo que mi cabeza me pide"
Como consecuencia, se le dormía la pierna derecha y sufría constantes caídas, pero tras varias visitas a urgencias los médicos le aseguraban que todo estaba bien y que era producto de su imaginación.
Sin embargo, Nuria tiene problemas para levantarse, necesita ayuda para prácticamente todo, apenas puede salir de casa, ni hacer ejercicio ni tampoco trabajar. Es su marido quien se encarga de su cuidado y el de sus hijos.
Ha sido ahora, diez años después, cuando han reconocido la negligencia en el juzgado y le han indemnizado con 50.000 euros, aunque eso no le va a devolver todo lo que la operación le ha arrebatado.
En 'Y ahora Sonsoles' hemos hablado con Nuria, que nos ha contado que su vida ha cambiado por completo, ya que era una persona muy activa a la que no le gustaba estar en casa. Sin embargo, todo se ha convertido en un calvario.
"Cada día voy a peor", ha explicado. Y es que ella ha luchado mucho para que le hicieran una segunda operación para ver que tenía un tornillo roto, pero ahora se siente como un mueble.
Cuando fue al médico diciéndoles que tenía mucho dolor, le hicieron muchas pruebas pero no vieron nada, a pesar de que tenía dos tornillos de titanio rotos.
Y es que, ha afirmado, su cabeza funciona perfectamente pero, cuando intenta limpiar o jugar con su hijo, se le hace imposible. "No puedo hacer nada de lo que mi cabeza me pide", ha dicho.
La sentencia, sin embargo, no se puede recurrir, ha dicho. Por tanto, le quedan los 50.000 euros con los que no va a poder hacer nada, pues su expectativa era buscar ayuda médica por lo privado para mejorar su calidad de vida.
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Ahora son sus padres y sus suegros quienes les ayudan económicamente porque su marido tuvo que dejar el trabajo para cuidarla y solo cobra una pensión.