MITO O REALIDAD?
Ante una quemadura, es natural buscar alivio inmediato y muchas personas recurren a remedios caseros. Uno de los más populares es el uso de pasta de dientes. ¿Es bueno aplicar este remedio rápido o mejor evitarlo?
Una quemadura es una lesión en la piel u otros tejidos del cuerpo causadas por agentes químicos o físicos como el sol, el calor, sustancias químicas, radiación o electricidad. Una quemadura provoca la destrucción celular, edema (inflamación) y la pérdida de líquidos debido a la destrucción de los vasos sanguíneos. Ante estos casos, el uso de remedios caseros como la pasta de dientes puede es una buena idea.
La pasta de dientes es un producto para la higiene bucal. Sus ingredientes típicos incluyen fluoruro, abrasivos suaves, humectantes, mentol, saborizantes etc. Aunque estos componentes son eficaces para mantener la salud dental, su aplicación en la piel no es recomendable.
Uno de los mitos más comunes es que la pasta de dientes puede aliviar el dolor y acelerar la curación de las quemaduras. Se dice que su aplicación enfría la piel y forma una barrera protectora. Sin embargo, esta creencia carece de fundamento científico.
La pasta de dientes no está diseñada para ser utilizada sobre la piel y puede contener ingredientes que irritan aún más las quemaduras. Aunque puede aportar una falsa sensación de frescor transitorio, cuando se seque se quedará adherida a la piel resecándola y favoreciendo su infección.
Además, algunos creen que los componentes antibacterianos presentes en ciertas pastas pueden prevenir infecciones. No obstante, aplicar un producto no estéril sobre una herida abierta puede aumentar el riesgo de infección en lugar de disminuirlo y retrasar o dificultar la cicatrización.
Lo más importante es alejarnos de la fuente de calor y enfriar la piel con agua corriente bajo el grifo durante al menos diez o quince minutos para evitar que profundice más.
Una vez enfriada se debe secar la piel con pequeños toques. Es muy importante no frotarla para evitar que empeore. Es en este momento cuando deberemos evaluar la gravedad de la quemadura. Deberemos acudir a un centro sanitario si la quemadura duele, si la piel se levanta, o tiene un aspecto o color diferente o si la extensión de esta supera tres palmas de la mano.
Si se trata de una quemadura menor, y después de estar enfriándola lo suficiente debajo del grifo, se puede hidratar con una crema grasa. Este tipo de quemaduras son las únicas que sí podemos dejar al descubierto. En este momento será muy importante no exponer la zona al sol.
En el tratamiento posterior y tras la curación, podemos usar aceite de rosa mosqueta, aloe vera o geles de silicona para mejorar la cicatrización.
En quemaduras de segundo y tercer grado siempre deberemos acudir al médico y seguir sus indicaciones. El área afectada se deberá cubrir con un vendaje estéril que no se pegue a la quemadura, ya que esto ayuda a disminuir el riesgo de infección y aliviará el dolor. En este caso no deberemos aplicar ninguna crema o pomada que no sea recetada por un profesional de la salud. Es muy importante no explotar las ampollas.
Cabe destacar que, si queremos evitar las manchas o limitar al máximo los cambios en la tonalidad tras una quemadura, el sol es nuestro peor enemigo. Deberemos optar por la utilización de escudos físicos como parches o apósitos (siempre una vez cicatrizada) y la aplicación de protector solar.