PRÁCTICAS SEXUALES

Cómo disfrutar del sexo anal sin penetración

Al igual que en la zona genital, el placer puede pasar por caricias, usar la boca o experimentar sensaciones con instrumentos variados como plumas, vibradores o incluso azotadores.

Cuando hablamos de sexo anal, casi por inercia, nuestra mente viaja a alguna imagen sacada de la pornografía relacionada con la penetración anal. Da igual que el género de los participantes, o si tienen que hacer uso de un juguete, los dedos o un arnés, el caso es que en cuanto el ano se convierte en el centro del placer, parece que lo obvio es penetrarlo. Por eso hay quienes siguen mirando con reticencias el placer anal. Todo un error, ya que el ano y la piel de los glúteos tienen muchas terminaciones nerviosas que pueden dar mucho juego, más allá de la propia penetración.

Para la sexóloga Norma Bejarano, hay dos factores fundamentales que nos hacen unir ano y penetración. La primera es tan obvia como que se trata de un orificio. “Se entiende que donde hay uno, siempre habrá que introducir algo, como una imitación del coito convencional”.

La otra, de nuevo, tiene que ver con que esta práctica ha generado más curiosidad a través de la pornografía. Lo que tiene su parte buena, que es abrir nuestra mente a experiencias nuevas, pero también su parte mala. “El porno ‘enseña’ esta erótica con el mismo repertorio de siempre y de la misma manera, directo al ‘hoyo’”.

¿Qué es lo que podríamos disfrutar si rebuscáramos un poco más? “La zona anal y su periferia es digna de un recorrido sensual más generoso. La posibilidad de generar diversas sensaciones, gracias a las terminaciones nerviosas que están distribuidas a lo largo y ancho de la dermis, suponen que el tacto juegue un papel fundamental aquí”, insiste la sexóloga.

Ropa interior | iStock

Al igual que en los genitales, además de la penetración, podemos optar por el sexo oral, que en esta zona se conoce como anilingus o más comúnmente beso negro. Obviamente, la higiene será más vital si cabe, y puede que el mejor momento sea al salir de la ducha. No se trata tanto de introducir la lengua, sino de lamer y juguetear con la zona aprovechando todas esas terminaciones nerviosas, con el añadido de que las manos quedan libres para estimular otras zonas, como el área genital masculina y femenina.

Otra posibilidad es optar, como en los genitales, por las caricias o la estimulación manual, sin tener que llegar a introducir nada. “Otras formas de estimular pueden ser implementando las manos y los dedos con todas sus posibilidades: toques, golpecitos suaves en las nalgas o debajo de ellas; en la entrepierna con la punta de los dedos, etc”. De hecho, la zona anal no se centra solo en el orificio del ano, la piel de los glúteos también es muy sensible y se puede combinar con un masaje en la zona, unos azotes, un juego de caricias y azotes combinado y que acaben con una estimulación más directa del ano. “Sentarse a horcajadas, justo debajo de los glúteos de la pareja, para acariciar con movimientos circulares amplios, con cierta presión, con las palmas de las manos o las puntas de los dedos, alternando las nalgas, y teniendo en cuenta el coxis que tiene alta sensibilidad, es un plus”, recuerda Bejarano.

Para ello, además de la boca y de las manos, podemos contar con otras herramientas. Desde un azotador, a una pluma, pasando por aceites de masaje, lubricantes anales para acariciar la zona con mayor tranquilidad y acabando por vibradores externos que permitan explorar nuevas sensaciones. “En el mercado hay diversos masajeadores, pero el mismo vibrador puede ser usado para estimular y poner en marcha los mecanismos de excitación, por los escenarios cercanos al ano, sin necesidad de introducirlo”, concluye la sexóloga.

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