KILOS
La producción excesiva de las llamadas ‘hormonas del hambre’ nos hace comer más de la cuenta y de manera desequilibrada. Así puedes mantenerlas a raya.
Si las viéramos con los ojos de ‘Érase una vez la vida’, las hormonas del hambre tendrían forma de ‘mensajeros’ químicos que influyen en el apetito y en el deseo de comer. Estas hormonas son las encargadas de regular la sensación de hambre y saciedad, por eso es importante tenerlas controladas si queremos perder peso o, al menos, no ganarlo.
Vamos a ponerles cara. La primera hormona del hambre es la insulina, que tiene mucho que decir en lo que respecta a estimular el deseo de comer. Tomar alimentos saludables con alto contenido en fibra promueve una menor producción de esta hormona producida por el páncreas. Y también regula la saciedad la serotonina, producida principalmente en el intestino a partir del triptófano, un aminoácido esencial que se encuentra en los cereales integrales, legumbres, pescado, huevos, productos lácteos y carnes magras. ¿Su principal ventaja? Reducir la cantidad de alimento ingerido.
Una vez realizadas las presentaciones, esto es lo que debes hacer para producir menos hormonas del hambre y sentirte más lleno, en consecuencia.
Reduce los carbohidratos
Los alimentos ricos en carbohidratos refinados, como el pan, la pasta, los bizcochos, los dulces y, en general, todos los productos horneados, pueden provocar picos de azúcar en la sangre responsables de la producción excesiva de insulina, lo que estimula esos pinchazos repentinos de hambre comúnmente conocidos como ´gusanillo’.
Los carbohidratos tienen un efecto de deseo que hace que cuantos más comemos, más queramos consumirlos. Aléjate de la tentación.
Zumos y refrescos
Empieza a prestar especial atención a bebidas como zumos (aunque sean naturales), refrescos y licores (aunque sean bajos en alcohol como los ‘hard seltzer’). Tienen el mismo efecto ‘adictivo’ que los carbohidratos porque aportan azúcares que el organismo asimila fácilmente.
Come más verdura
Las verduras y hortalizas son excelentes fuentes de fibra soluble, capaces de ralentizar la asimilación de azúcares. Además, ayudan a contrarrestar la producción excesiva de insulina. Introdúcelas en la dieta a diario.
La pasta, mejor al dente
Cocida al dente, la pasta tiene un índice glucémico más bajo debido a que el almidón es más difícil de asimilar para el cuerpo. Es decir, tiene mejor efecto sobre el nivel de azúcar en sangre y reduce la producción de insulina.
Aléjate del estrés (si sabes cómo)
La tensión nerviosa, la irritabilidad y el estrés no son buenos para nada, tampoco para controlar la línea. Estas emociones son capaces de estimular una mayor producción de cortisol por las glándulas suprarrenales, una hormona que actúa en la ingesta de alimentos, especialmente en los ricos en azúcares y grasas que favorecen la producción excesiva de insulina, que, como hemos visto, se encarga de generar hambre.
Duerme un ratito más
Cada vez son más los estudios que relacionan la calidad del sueño con la comida ingerida justo antes de irnos a dormir, demostrando que dormir influye directamente en la sensación de saciedad. La falta de sueño aumenta la producción de grelina, la hormona del apetito y, en cambio, reduce la de leptina, la hormona de la saciedad. Prueba a irte a la cama un poco antes y verás los resultados en tu cuerpo.