PUDÍN, PICATOSTES, PAN RAYADO O TORRIJAS, MÁS BUENOS QUE EL PAN
Sea de molde, baguette o torta, el pan no se tira en ningún caso. Hay tantas cosas deliciosas que se pueden hacer con el pan duro que prácticamente podríamos alimentarnos durante toda la semana de las benditas sobras. Desde migas a pan rallado pasando por torrijas, aquí tienes diez ideas para aprovechar el pan.
1-Torrijas. Bendito sea este manjar de los dioses típico de Semana Santa, cuyo ingrediente básico es pan de molde bien duro. Lo acompañamos de huevo, leche y azúcar y elaboramos una receta sencillísima que nunca falla: no hay nadie a quien no vuelvan loco.
2- Pan rallado o su versión japonesa panko. No hay nada más sencillo de hacer que el pan rallado, que no requiere más que dejar secar bien en el horno el pan duro para posteriormente desmigajarlo con un molinillo. Si nos acostumbramos a elaborar nuestro propio pan rallado en lugar de comprarlo, podremos tunearlo a placer, añadiendo ajo, perejil o cualquier especia que nos guste. Incluso podremos elaborar diferentes panes rallados en función del uso que queramos darles: uno con hierbas provenzales para las carnes, por ejemplo; y uno más sencillo, pongamos por caso, para las croquetas.
3-Picatostes. Los picatostes son tan versátiles que conviene tenerlos siempre en casa, pues son perfectos para añadir a nuestras cremas de verduras, tanto frías como calientes. Pueden elaborarse de diferentes maneras con una rebanada de pan duro del día anterior, que sólo hay que cortar en pequeños cuadrados y meter al horno a una temperatura de 180º durante unos 20 minutos. La opción más sencilla es meterlos en el tostador hasta que queden bien tostados, aunque también hay quier prefiere freírlos en abundante aceite de oliva a temperatura bien alta.
4- Migas. Como tantos platos que tienen como ingrediente básico el pan duro, las migas son un alimento de origen popular (de pastores, dicen, que aprovechaban un mendrugo de pan duro para prepararse un manjar que ahora ha pasado a ocupar millones de cocinas). Media horita y estarán listas, un fantástico plato a base de pan duro (de barra, a poder ser), chorizo y panceta, aunque existen interminables versiones de este manjar: con huevos, con sardinas e incluso con uvas y chocolate.
5- Sopa de cebolla. De nuevo un “manjar de pobres”, dicho esto con todos los respetos, un plato delicioso, perfecto para el invierno, al que le vamos a coger el truquillo en cuanto lo hayamos hecho un par de veces y que tiene versiones gloriosas en muchos restaurantes de alta cocina. Nos va a salvar una cena, porque conjuga dos ingredientes que es muy raro no tener en casa: pan duro y cebollas.
6-Pudín. El pan duro tiene también gloriosas versiones dulces, como el es caso del pudín, un plato con múltiples versiones que constituye un postre de excepción. Aunque este delicioso pastel suele elaborarse con pan del día anterior, huevos, leche y una pizca de canela, hay quien lo elabora con cualquier bollo que se esté poniendo duro, desde magdalenas a bizcochos. Existe una interesante versión exprés de esta delicia que os animamos a probar: comprad un sobre de flan en polvo y preparadlo como se indica en las instrucciones, añadid el pan al final, en la mezcla, cortado en rebanadas finitas, y dejad enfriar en la nevera.
7- Tostadas francesas. Son un desayuno espectacular, que consiste simplemente en rebozar el pan duro cortado en rebanadas en una mezcla de huevos, azúcar, leche y una pizca de canela, si nos gusta. Freímos en abundante mantequilla y… voilà: ya tenemos nuestras tostadas francesas espectaculares, listas para compartir mesa con nuestro café con leche y nuestro zumito.
8- Sopas de leche. Esta receta rescatada directamente de nuestras abuelas, de aquellos tiempos en que de verdad había necesidad, ha protagonizado los desayunos de muchas familias a lo largo de los años. Y es que es un plato sencillo, nutritivo y delicioso. Hay múltiples versiones, pues cada familia ha ido adaptando la receta a sus gustos, pero no consiste más que en hervir la leche junto al pan duro, y añadirle azúcar y canela al gusto. Se come en un bol o plato hondo con cuchara.
9- Tarta de pan duro. Leche, huevos, azúcar y pan duro (opcionalmente, vainilla o canela). Un golpe de horno y tendremos una tarta que nada tiene que envidiar a cualquier delicatessen con millones de ingredientes. Estamos de nuevo ante un desayuno apañado, sencillo, nutritivo y sabroso.
10- Todo lo demás. No olvidemos que nuestro pan tiene que estar siempre ahí para gazpachos, salmorejos, albóndigas y muchos otros platos que nos van a requerir este alimento que, incluso duro, ha salvado a muchos de la desnutrición a lo largo de la Historia.